En estos tiempos en los que los gobiernos se llenan la boca con programas grandilocuentes en favor de la igualdad hombre-mujer, mujer-hombre, bueno es que sepamos que esta mexicana, Juana Inés de La Cruz, fue tal vez la primera feminista, la primera persona que hizo público su inconformismo por la condición de inferioridad en la que se encontraba la mujer, por el solo hecho de serlo.
En el siglo XVII y en México. Anda que no lo tenía difícil la buena de la moza!. Porque era éso, un mozita cuando empezó a demostrar su desacuerdo con el estatus de la mujer en un mundo de hombres y hasta quiso disfrazarse de hombre para ir a la universidad.
Como lo que ella quería era acceder a la cultura, pensó que si se metía a monja, mataba dos pájaros de un tiro: tendría acceso a la cultura literaria y tiempo para escribir.
Todo esto después de estar metida en la alta sociedad del momento, siendo dama de honor de la virreina, mujer a la que dedicó algunas de sus obras y motivo por el que ya en aquélla época las malas lenguas la tildaron de lesbiana. (Qué poco cambia el mundo, eh).
Pobre mujer, si supiera que han pasado una porrada de siglos y la situación no ha cambiado casi nada. ¡Seguro que le daba un yuyo!.
Os recomiendo que os acerquéis a su obra. Para mí ella y Frida Khalo, son de las grandes figuras de México.
Os dejo un pequeño exponente de su obra y la que más me gusta.
Para todas las mujeres que luchamos por la igualdad.
Diana.
Sor Juana Inés de la Cruz
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.