Recientemente he conocido a unas personas por este medio y sin saber el porqué, he sentido una gran afinidad con ellas.
Cuántas veces nos es presentado alguien y casi inmediatamente sentimos algo así como rechazo? Y, cuántas veces es exactamente al contrario? al poco rato de empezar a hablar con alguna persona nos sentimos atraídos y en poco tiempo sentimos como si de siempre nos nos conociéramos llegando a llamar cariño ya al sentimiento que nos nace.
Sí, algunas veces estos sentimientos nacen así: sin más, sin menos.
También puede suceder que en vez de cariño a lo que sentimos le llamemos amor. Verdad?
Ésto me lleva a analizar lo distintos que pueden ser y lo separados que pueden aparecer estos dos sentimientos.
Y esta reflexión hace que me haga dos preguntas, que OS haga dos preguntas:
Cariño, Amor. Son realmente dos sentimientos tan distintos?
La segunda pregunta que dejo en el aire para vosotros y sobre lo que yo suelo cavilar es: El cariño o el amor o ambos, se "ganan" o se inspiran?
Amigos, espero que me ayudéis a descifrar, al menos en parte, con vuestras opiniones este dilema.
Un besiño desde Coruña.
Diana
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Por qué queremos? |
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Añoranza = Saudade |
Hoy he vuelto a abrir mi blog. Hace mucho que no lo hacía, tanto, que tal vez no recuerde cómo se hace (es broma).
Después de todo lo pasado, ahora empiezo a tener ganas de volver a estar en contacto con vosotros, con todos vosotros que me acompañábais y que seguro algunos no me habéis olvidado.
No sé muy bien qué me apetece escribir, lo iré haciendo según vaya teniendo ideas, si es que alguna vez las tuve, si es que alguna vez las tengo.
Mientras, quiero proponeros un ejercicio para celebrar nuestro reencuentro.
Un vez me dijo un amigo al que admiro un refrán o un "dicho" o como queráis llamarlo y ahora, me gustaría conocer las distintas interpretaciones que se puede hacer de él.
" En los asuntos del corazón, no gobierna la razón"
Otra frase, esta creo que es sacada de la filosofía china, me ha traído siempre en dudas.
"Cuidado con lo que deseáis; podéis conseguirlo"
Estáis de acuerdo? Me gustaría que me contarais lo que os sugieren.
Buenos amigos blogueros, amigos y respetados blogueros, preparaos que Diana ha vuelto!!!
PD.
No os olvidéis de apoyar la revista de la que os hable, está empezando y es bueno que todos la divulguemos: El Silenciero.
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Por siempre: D. Francisco Ayala. |
En estos días, cuelquiera que se entretenga un minuto en leer dos líneas, ha de sentir la desaparición de un Maestro universal: Don Francisco Ayala.
Como muchas veces ocurre en la vida, se ha producido una circunstancia que nos va a permitir homenajear al Maestro con nuestros encuentros de lectura. Ha nacido en estos días un blog, El Silenciero, que nos orientará e ilustrará sobre temas varios de la cultura actual. Os invito a conocerlo y a participar en él con vuestros acertados comentarios.
Desde aquí quiero agradecerle a un entrañable amigo que me permitiera conocer este punto de encuentro.
FELIZ andadura Silenciero.
Diana
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Y si pudiera? |
Si sólo pudiera contarle cómo se siente mi corazón!
Si sólo pudiera gritar lo mucho que lo añoro!
Si sólo pudiera decirle: ¡te amo!
Si sólo supiera que en mi corazón hay una espina llamada pasión!
Si sólo pudiera... pudiera tocarlo
Si sólo pudiera ...
Me muero por poder. Si sólo pudiera, por poder me moriría
Tengo suerte de no poder.
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LA CASA |
Era la tarde de un martes cualquiera y estaba limpiando cajones cuando encontré unas fotos que ya había olvidado.
Estas fotos cumplieron el cometido para el que habían sido inventadas: me trasladaron al momento en el que fueron sacadas.
Ahora en la tranquilidad que da el paso de los años, que da la paz de la vejez, empiezo a recordar la historia vivida en aquellos días, en aquella casa, en la casa de estas fotos.
Fue una mañana en la que salí a caminar y me alejé más de los habitual adentrándome en un terreno que luego supe que era privado.
Andando, andando, llegué hasta una casona bastante fea, con la pintura desconchada, las persianas rotas a medio bajar y algún cristal que otro roto.
Como no había perros ni gatos ni animal alguno que yo viera, deduje que estaría vacía, abandonada y vacía.
La inspección
Me acerqué y dándole un empujón a la puerta la abrí.
Me sorprendió ver que el pasillo estaba bastante limpio, con un paragüero en el que había un bastón y varios paraguas viejos.
Seguí y entré en una habitación en la que sólo había una cama de 90 con ropa pero sin hacer. También había una caja a modo de mesilla y una silla delante de la ventana, ventana que estaba cerrada con unos cristales bastante sucios.
En el mismo pasillo y un poco más adelante, abrí otra puerta y vi la cocina.
Estaba como la habitación, se apreciaba que no había sido limpiada muy a fondo pero que era usada.
Una cocina de gas pequeña, unos cuantos platos de distintos colores y formas, unas cazuelas, vasos, cubiertos... todo posado de cualquier manera encima de la meseta al lado de un fregadero que también tenía platos y cubiertos sucios.
Encima de la mesa había un trozo de pan duro, una servilleta de tela con algunas manchas y arrimada a la ventana una sola silla.
Ya empezaba a estar algo preocupada por si me encontraban allí, pero la curiosidad era más fuerte que mi sentido común, pues yo nunca había visto a gente entrar o salir por el camino que llevaba a esa casa y me parecía muy extraño que hubiera una casa tan escondida y habitada, pues aunque de forma bastante descuidada, todo indicaba que allí vivía alguien.
Salí de la cocina y fui abriendo otras puertas que había en el pasillo, no había nada en ellas, sólo una caja vacía y un par de mantas tiradas en el suelo.
Al fondo del pasillo había una puerta y al abrirla vi que daba a una escalera.
Ya un poco tensa por el miedo, llamé con los nudillos a la vez que con voz bastante alta pregunté:
-Hay alguien?? Eh, hay alguién ahí arriba? Soy una vecina...
No hubo respuesta, así que después de decidir si bajaba o subía: subí.
En el piso de arriba había cuatro puertas. Fui abriéndolas y a la tercera estaba ya decepcionada, no sé qué esperaba encontrar, pero desde luego, no tres habitaciones absolutamente vacías, sucias y con las ventanas rotas (las que desde la calle había visto antes de entrar).
En la cuarta puerta me enfadé un poco, la puerta estaba cerrada con llave, pero fui sensata y no forcé la entrada.
Bajé despacio, pues los escalones metían un ruido de madera vieja y temía que se rompieran.
Al llegar al piso, me paré a pensar y me dije a mi misma que lo que estaba haciendo no estaba bien. Peor aún, era un delito, ya que desde la entrada se podía deducir que era una casa habitada y yo la había invadido.
Siempre pensé que era una mujer sensata, precavida e incluso algo pasota, por lo que no entendía qué hacía husmeando en una casa ajena. Debía salir de allí y seguir caminando, que era para lo que había salido de mi casa.
Eso es lo que pensé, pero mientras lo pensaba ya había empezado a bajar los escalones que me conducían al sótano o lo que fuera lo que allí abajo hubiera.
Al final de la escalera había una puerta que parecía de hierro y estaba entornada, la empujé y entré.
Me llevé un susto de muerte, pues había una lámpara encendida encima de una mesa y un libro abierto.
-Hola, buenos días! Eh, hay alguien ahí? Oiga, no quiero molestar, pero es que oí un ruido (no era verdad, pero algo tenía que decir para justificar mi entrada)
Nada, no hubo contestación tampoco esta vez.
Me acerqué a la mesa y llevanté una silla que estaba tirada en el suelo. Miré todo y sin tocar nada más, salí de allí con la sensación de estar haciendo algo malo, muy malo e ilegal.
Ya casi corriendo salgo del sótano y de la casa, me alejo y campo a través me vuelvo para la mía.
"Estoy loca, mira que entrar en una casa!" Quién o quiénes vivirán allí? Desde cuándo estarán viviendo? Vivirán muchos?
Al hacerme estas preguntas me di cuenta de que no me fijé en la ropa, claro, debí de mirar la ropa!
Repasando mentalmente el recorrido por la casa, me di cuenta de que no había visto ningún armario. Cómo iba a mirar la ropa, si no había armarios?
Qué casa tan rara! nunca conocí una casa sin armarios.
Dónde tendría esa gente la ropa?
Esa gente, cuántos vivirían allí?. Sería una familia?
Más bien parecía que viviera una sola persona, por los pocos platos, vasos y cubiertos.
"Bueno, mañana temprano vuelvo. Mañana vuelvo y saco fotos, así puedo ver si cuando vuelva está igual o cambian algo, quiero saber quiénes viven en esa casa. Decididamente estoy loca, pero lo voy a comprobar".
otra vez en la casa
En todo el día no fui capaz de quitarme el recuerdo de la casa y deseaba que llegara el día siguiente para volver.
Lo peor de todo era que, como sabía que lo que había hecho y lo que pensaba hacer era algo ilegal, no se lo podía contar a nadie, así que andaba de un lado a otro por mi casa concentrada en mis pensamientos.
Por fin llegó la mañana, y sin demoras, casi al amanecer, salgo como si fuera a caminar y me dirigí directamente a la casa que parece abandonada pero que yo ya sé que no lo está.
Llamo a la puerta de entrada; no hay respuesta. Fijándome bien en todo entro y veo que está como recordaba que estaba ayer.
Saco fotos y sigo mirando en las habitaciones; nada, todo sigue igual. No hay más ropa ni menos. Compruebo que no hay armarios y me pogo a buscar el baño. Pienso que en el baño tengo que saber si hay una o varias personas viviendo en la casa. Observando el baño se nota enseguida.
El número de cepillos de dientes, las toallas, la máquina de afeitar si es que hay algún hombre, las cremas de la cara, si es que hay alguna mujer. Todo éso se nota en cualquier baño de una casa.
Siempre he pensado que el baño de una casa es el espejo de sus habitantes. Como su carnet de identidad.
Vuelvo a abrir todas las puertas y quedo impresionada: no hay ningún baño!
Nunca había visto una casa sin baño!
Una casa que no tiene armarios ni baño!!
Ahora no sé que hacer, sé que no debo forzar la puerta del final de la escalera, pero es que marcharme así, sin saber más...!
Mientras me decido saco varias fotos por dentro de la casa y salgo a mirar por los alrededores.
Me adentro en el bosque y con más miedo que respeto, camino y camino hasta encontrar una casita apropiada para guardar aperos de labranza y tal vez algún animal para hacer la matanza.
Me doy la vuelta y entro de nuevo en la casa. Bajo al sótano y veo que la lámpara sigue encendida, ahora ya más confiada, cojo el libro abierto y veo que está nuevo, no recién comprado, pero sí nuevo. Gárgoris y Habidis, Una historia mágica de España. Fernando Sánchez Dragó.
Reconozco al autor, pero no recuerdo haber leído nada de él y mucho menos un libro con un título tan raro y largo. Al lado hay otro, es la segunda parte y está cerrado.
Ya totalmente decidida a saberlo todo de esta casa, me dedico a mirar. Creo adivinar que la persona que estaba leyendo este libro, tuvo que salir muy deprisa, ya que no cerró el libro, ni siquiera apagó la luz y ayer yo levanté la silla que volvía a estar caída.
Vuelvo a la cocina y lo que veo no me dice nada. Una cocina más bien fea y medio vacía. En una alacena hay algo de comida prefabricada (en la mía también) galletas, leche, latas y pan de molde reseso.
En un cajón hay papeles y facturas, veo que paga muy poquito de luz, no hay más recibos por lo que me imagino que el agua es de un pozo. Así suele ser por los alrededores.
Los recibos están a nombre de Indalecio De las Torres de Burgos y Sáez. Dios, ése nombre ya no debe de existir. No hay nadie que se llame así desde hace 100 años (pienso yo).
Junto a los papeles hay una cajita, la abro y veo tabaco de liar, como el que usan los chicos hoy en día y un par de puritos. Por el olor pienso que es fresco, que se podría fumar.
Los pensamientos
Es muy tarde así que me vuelvo para mi casa, llena de excitación y con menos miedo del que tenía cuando salí.
Me pongo a hacer las labores de mi casa mientras pienso en todo lo que vi.
Me imagino que he tenido suerte y que he encontrado una casa misteriosa como la que encuentran en los cuentos los chicos. Me siento afortunada y decido guardar en secreto mi descubrimiento.
Pienso que como la cama estaba sin hacer, los utensillos de la cocina digamos que limpios, pero desordenados y que había tabaco, es fácil deducir que allí vive o vivía un hombre.
Apenas me doy cuenta de que quiero que sea un hombre y sólo un hombre el que viva en la casa que hasta hace unos días yo pensaba que estaba abandonada. No sé porqué, pero deseo que sea un hombre.
"Seguro que es un ejecutivo, que quiere estar solo para recuperarse de un gran estrés.
Igual es un escritor que se ha retirado para escribir en soledad.
Quizá sea un recién separado que no sabe qué hacer con su nueva vida.
Pero y, dónde tiene la ropa? Todo el mundo tiene ropa!
Claro que si se marchó de casa hace pocos días, igual no le ha dado tiempo a traerla."
Así paso el día y me duermo pensando que por la mañana volveré a la casa.
Amanece y se presenta un hermoso día. Ya a esta temprena hora se nota que va a hacer un día de calor, está claro y cálido el ambiente. El camino está húmedo del rocío de la noche, pero yo no lo noto, sólo tengo una idea: llegar a la casa y ver si puedo saber quiénes viven en ella.
Entro en la casa como si fuera mía. Ni siquiera se me ha ocurrido llamar. Echo una ojeada a la cocina y nada parece haber cambiado. Sigo y bajo al sótano. El libro sigue igual, y la lámpara encendida. La apago pensando que el señor De las Torres de Burgos (vaya nombre, eh?) va a pagar una factura más abultada de lo normal.
Miro para los demás libros y no reconozco ninguno. Veo un sobre abierto y dentro muchas fotos en blanco y negro. Las miro, hay hombres, unos montados a caballo y otros a pie.
Me da la sensación de que son antiguas, que no son de aquí.
Las miro bien y veo que un hombre de unos 40-45 años está en todas ellas, por lo que pienso que es el dueño de las fotos y que también puede ser el que vive en la casa.
Me acerco a la ventana para ver mejor las fotos. En el reverso algunas tienen fecha, son del año 1984.
Si es el mismo hombre que habita la casa, tendrá unos 65 años aproximadamente.
Me pregunto cómo será, si está solo y porqué, pero sobre todo, me pregunto dónde está ahora?
Llevo tres días viniendo y no lo he visto, dónde está? Ya no reprimo mi imaginación y pienso que la casa está habitada por un hombre, solo, apuesto y muy culto. Lleno de amabilidad y con una gran capacidad y paciencia para contar aventuras. Aventuras vividas por él o conocidas de otros.
Sí, en la vieja casa vive un hombre... Pero, dónde está? Seguramente que ha tenido que ir a la ciudad a trabajar. Sí, éso es. Seguro que viene por las noches y se va por las mañanas, por éso casi no hay comida, por éso no hace la cama, por éso tiene pocos cacharros en la cocina.
Pero, dónde se lava?
Dejo las fotos en su sobre, vuelvo a la cocina y miro si hay alguna toalla. Nada, sólo papel y unos paños para secar los cubiertos. Dónde estás, Sr. De las Torres de Burgos?
Será alguien de Burgos?
Más bien será un descendiente de este señor, hoy en día no se tienen ni se usan estos nombres.
Sin darme cuenta he colocado los platos y secado los tenedores. Me dispongo a barrer el suelo cuando me doy cuenta de que estoy en una casa que no es mía y que he entrado sin permiso.
Pienso que cuando vuelva de trabajar, estará cansado y agradecerá que una buena persona le haya arreglado la casa.
Se me hace tarde, me marcho pues me esperan en mi casa, sí, en mi casa, que es donde debería de estar.
Llego a mi casa y empiezo a hacer todo lo que tengo que hacer, lo hago de forma mecánica, mi cabeza está ocupada en pensar en el hombre que vive en la casa.
Estoy tan concentrada en mis pensamientos, pensamientos que giran en torno a la casa, que mi familia piensa que estoy preocupada y me acosan a preguntas.
No puedo decirles nada. Lo que estoy haciendo es ilegal, lo que estoy pensando es inmoral, no puedo decírselo a nadie.
Así paso el día, sólo espero que pase el tiempo para que al amanecer pueda volver a la casa.
Cada paso que doy tengo la esperanza y el temor de encontrarme con el dueño (ya está totalmente decidido que es un hombre y que está solo).
No hay nadie, pero algo me dice que ha habido cambios, algo está en un lugar distinto al de ayer. No sé qué es, pero noto algo.
Bajo al sótano y casi me muero del susto; la lámpara está nuevamente encendida y el libro, que hasta ayer estaba abierto, ahora está cerrado y rodeado de otros.
Salgo al campo para serenarme y pensar.
"Seguro que vino ayer y ya se ha ido a trabajar. En qué trabajará? Si como parece tiene más de 65 años, no debería estar jubilado".
De nuevo en la casa entro en la habitación. Toco las sábanas, aún están tibias y desprenden un agradable olor.
El que huelan bien me deja más sorprendida; de dónde las trae? Dónde las lava? Dónde se lava él?
Sigo con ellas en mis manos y siento que algo parecido a una corriente eléctrica me recorre el cuerpo. Me gusta tocarlas, me gusta su olor, su tacto. Pienso que no hace mucho estas sábanas estaban arropando a un hombre, hombre que imagino apuesto, sensible, agradable. Quién es este hombre?
Decidida a saber más de lo que sé, hago la cama, estiro la colcha y coloco los cojines.
Cuando esta tarde o esta noche vuelva a su casa, este hombre misterioso sabrá que ha sido violada su intimidad. Que alguien friegue y seque sus platos, puede ser que no le importe demasiado, pero que se invada su espacio más íntimo... Cómo reaccionará?
Tal vez manaña cuando venga me lo encuentre esperándome con la policía. O lo que es peor, que esté escondido con la escopeta preparada y se líe a tiros conmigo. Yo sé que algunas gentes de las aldeas acostumbran a saldar las diferencias con los vecinos a tiro limpio de escopeta.
Qué me esperará mañana cuando nada más amanecer venga de nuevo a la casa?
Continúa en: "La Casa II"
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Un espejismo |
Está sentada en un banco de piedra, en el pórtico de una pequeña iglesia, con un portalón que más parece de una cárcel por lo imponente. Mira para él y piensa que si las iglesias eran para atraer a la gente, para refugio de la gente, cómo es que les ponían una puertas que sólo hacían pensar en marcharse corriendo? ¡Qué pensanmiento tan tonto!
Sí, era un pensamiento tonto en un momento tan lleno de recuerdos fascinantes.
Sentada allí, sola y con un silencio apenas roto por el píar de algún pájaro y el constante murmullo de las hojas que provocaba una suave brisa, ella estaba volviendo a vivir el día. Estaba llenándose del recuerdo de las sensaciones recien vividas.
Era ya al atardecer y hacía unas horas que se habían separado pero aún oía su voz, la voz de un hombre convencido. La voz de quién está decidido a conseguir los objetivos marcados.
Aún resuena en sus oidos ese tono intenso con el que le contaba sus sueños, lo que esperaba de la vida, sueños por los que luchaba, por los que vivía.
Mientras mira para la torre de la solitaria iglesia, ella piensa que le desea de todo corazón que los consiga.
Piensa que él se lo merece. Alguien que le ha hecho vivir un día tan hermoso, sólo puede merecerse lo mejor.
Hoy ha conocido a una persona llena de vitalidad, de alegría, de ganas de vivir; un hombre que no ha dudado en compartir unas horas de entusiasmo con ella.
Han pasado el tiempo en un paraje hermoso, a la vera de un rio custodiado en todo su recorrido por una exuberante vegetación, en un rincón de su largo camino habitado por pájaros, delante un castillo que vigilaba el bien vivir de las gentes que moraban en unas impresionantes casas de piedra.
Han pasado las horas disfrutando de unas a veces alegre, otras un poco más seria pero siempre en una agradable conversación que ha dejado su alma llena de paz y confianza.
Sí, de confianza en la gente, algo que había perdido.
Un paisaje idílico para una experiencia inolvidable con una compañía inmejorable. Así había sido ese día, el día en el que ahora se encontraba sentada sola ante una antiquísima, pequeña y solitaria iglesia.
Pensaba que las horas habían pasado como minutos, que si bien hablaron como cotorras, tenía la sensación de que se le quedaron miles de cosas sin decir, cosas de las que le si el tiempo se lo hubiera permitido, le habría gustado hablar.
Seguía recordando la expresión de su cara, una cara franca adornada con unos preciosos ojos azules, cuando le contaba cuáles eran sus sueños.
Un hombre que está decidido a luchar por alcanzar tan hermosos sueños, tiene el derecho de lograrlos.
Ella, sentada allí, sola y rodeada de silencio, le desea con todo su corazón que los consiga.
Ella allí sentada disfrutando del recuerdo del día vivido, piensa que él se ha ido y se ha llevado un trocito de su corazón. No le importa: lo que ha quedado, está lleno de agradecimiento por haberle mostrado el camino de la alegría.
Una alegría que ella había perdido, pero que desde hoy está convencida que recuperará. Él se llevó un trocito de su corazón, sí, pero él a cambio le recordó que la vida es para algo más que para estar triste y desconfiada.
"Gracias Sr. Pérez (sí, Sr. Pérez de Castilla, que se me ocurre pensar que para poder ser Sem..., tenías que ser primero Pérez, si no pregúntale a tu mamá) gracias por compartir conmigo tu alegría, entusiasmo y ganas de vivir. Quédate con el pedazo de corazón que te llevaste y recuerda siempre que el resto que aquí se queda, te recordará siempre con un inmenso cariño y no pierde la esperanza de algún día volver a encontrarte".
Ella, ahora que se acerca el momento de volver a la rutina, se siente feliz porque ha estado al lado de un hombre auténtico, genial, alegre, con una mirada limpia, llena de confianza en el mundo y con ganas de compartirla.
Sí, por la mañana fue al encuentro de un desconocido, por la tarde se despidió de un amigo.
Gracias Sr. Pérez.
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Ella volverá a ser Ella |
Pasó la primavera y ella no vio las flores.
Ahora se está asentando el verano y en momentos de lucidez, ella siente que quiere disfrutar de su amigo el Sol.
Mira por las noches el cielo y lo ve lleno de estrellas, de rutilantes y límpidas estrellas y, ella sabe que lo que siente al verlas no es lo que siempre sintió al mirarlas.
Ella sabe que no es ella y, espera, desea volver a ser siempre fue ella.
El verde intenso de sus árboles, la frescura de la hierba al amanecer,esperan ser reconocidos por ella que siempre disfrutó de las primeras horas del día, cuando todo el mundo aún duerme.
Ella que ahora ve el rocío en las hojas de los arbustos no se decide a acercarse, a tocarlas, a gozarlas.
Ella desea que su alma recupere la calma y su cabeza la serenidad.
Ella quiere volver a ver, volver a sentir.
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La Espera Eterna |
Miguel mira el reloj y se sorprende de lo tarde que es.
Siempre le pasa lo mismo; se olvida del tiempo, se olvida del mundo.
Como otras muchas tardes desde hace muchos años, Miguel se sienta en la misma roca, mira el mismo mar y piensa en las mismas cosas. Una y otra vez, sus pensamientos, sus sueños, sus deseos, se repiten.
Miguel sabe que son sentimientos compartidos por muchos de sus paisanos, por muchas de sus vecinas, mujeres que se pasan la vida esperando al esposo que un día se fue. Deseos, sueños, pensamientos compartidos por su madre, por su madre especialmente.
Siempre ha sabido lo mucho que su madre ha mirado -mira aún - al horizonte queriendo ver más allá, allí donde el sol se recoge cada día, allá lejos donde una hermosa línea une las aguas del mar con las nubes del cielo.
María, la madre de Miguel, se ha pasado los años mirando, imaginando, soñando.
Soñando que el que se marchó hace tanto tiempo, vuelve y ella reconoce en el recien llegado al que un día muy lejano se fue y con él llevó su juventud, sus ilusiones; su vida.
Ahora María, la madre de Miguel, ya no espera, ya no cree, ya no mira. Muchos fueron los años en los que María acudía diariamente al mismo lugar en el que ahora está Miguel, y esperaba a ver si veía a su hombre volver. Miraba y le preguntaba al sol, si no estaría allí donde él se escondía cada atardecer para pasar la noche. Después de muchos años, María se decía que tal vez un día su hombre cuando volvía para casa, un golpe de mar se lo llevó allí, hacia aquella hermosa línea y ahora está recibiendo cada tarde al sol para que le lleve noticia
s de ella, del hijo aún no nacido que dejó aquí, de cómo han vivido.
María se refugia en estas fantasías para mermar su dolor e imagina que su hombre volvió. Que no llegó, pero que volvió. María ahora ya no espera.
Ahora es Miguel el que cada día se acercaba a la roca donde pasó tanto tiempo su madre y con el sonido de las olas, sonido que conocía desde antes de nacer, Miguel sueña que un día llegará desde la línea, la hermosa línea que hace que se junten las aguas y las nubes, un hombre y en él reconocerá al padre que sunca tuvo.
Miguel sueña que los dos aprenden a quererse, que ya no importará haber sido uno de los muchos niños sin padre del lugar.
Cada tarde Miguel piensa en el que se fue y espera como antes esperó su madre, como otros niños sin padre, otras esposas sin esposo, otras madres sin hijos esperan y han esperado.
Estos son los pensamientos que se repiten una y otra vez. Los pensamientos que sabe que han tenido, que tienen las gentes del lugar.
Desde siempre los hombres han salido a buscar una mejor vida y ya sea trayendo los frutos del mar, ya en tierras lejanas más allá del mar y los hijos, las madres, las esposas han esperado, siguen esperando.
Algunos de estos hombres habían vuelto, unos con más fortuna que otros, pero todos con el dolor de la distancia, de la soledad, del cansancio marcado en el rostro.
María sabía de estas vueltas, retornos cubiertos de nostalgia, incertidumbre.
María conocía casos de mujeres que después de estar años esperando el regreso, añorando al marido ausente, habían tenido que empezar a conocer a quien ya conocían, habían tenido que aprender a amar a quien ya amaban.
Eran tantos los años pasados, los trabajos realizados que no siempre los hombres que volvían eran los hombres que habían marchado.
Eran tantos los años transcurridos que no siempre la esposa que encontraban era la esposa que se quedara.
María pensaba si cuando él volviera sería el que marchó, si también en él se habrían producidos los cambios que en los maridos de otras mujeres del lugar veía.
Y ella? Seguía ella siendo la que fue?
También Miguel pensaba en éso. Se preguntaba a menudo si algún día llegaría un hombre desde la línea diciendo que era su padre. Tal vez algún día llegara a tener un padre. Se preguntaba cómo sería, si amaría a su padre, si su padre lo amaría a él.
Como otros antes, ahora, y en el futuro, pensaba en estas cosas mientras miraba al horizonte desde la misma roca en la que se sentaba cada día.
En las oscuras noches de los largos inviernos, cuando no se podía ir a mirar el mar desde la roca, Miguel al igual que hacía su madre, al igual que hacían los demás lugareños, se encerraban en sus casa y al calor del fuego ocupaba las horas de la noche en pensar, en esperar.
A María y a Miguel, les había tocado vivir en una tierra donde los hombres se hacían a la mar. Tierra hermosa donde las haya, tierra de gente callada, de gente que nace sabiendo esperar.
En la tierra de Miguel y de María, los veranos eran apacibles y los inviernos eternos. Les había tocado vivir en una larga espera de que los que se fueron regresaran.
Así era la vida en la tierra en la que María y su hijo Miguel vivían.
Tierra de hombres que se iban... y, a veces volvían.
Mientras los hombres se fueran por el mar, las esposas, las madres, los hijos, seguirían mirando al horizonte.
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Desorientada |
Estoy perdida, desorientada. Una serie de cosas que me han pasado, me están superando, están exigiendo un gran esfuerzo mental por mi parte para poder entenderlas.
Creo que primero he de solucionar un montón de problemas referentes a la construcción de mi casiña, un tema este que pòr sí sólo, ya es para anular la ilusión de cualquiera.
Cada día pienso: dios mío, quién me mandó meterme en esto!!
La construcción de mi casa - más bien la no construcción - me está volviendo loca y además me ha privado de cosas que hasta hace poco eran de lo más importante en mi vida: me ha privado de la amistad de ciertas personas.
Cuando la casa esté terminada, para poder disfrutarla también tengo que centrarme, ubicarme y aprender a vivir con nuevos sentimientos, sentimientos que naceran en el vacío que dejarán sentimientos antiguos fuertemente arraigados que he de eliminar de mi corazón.
He de imitar a Andrés y hacer una gran limpieza de sentimientos, de recuerdos.
Sé que me va a resultar muy doloroso, ya que suelo entregarme en cuerpo y alma, ya que cuando quiero, quiero y cuando creo en alguien o en algo, creo.
Todas mis ilusiones,y muchas de mis creencias, se han desmoronado y he de aprender a valorar en su justa medida cualquier nuevo sentimiento que nazca en mi corazón.
Mientras esto ocurre, me siento sin ganas de hacer nada. No me apetece ni leer, ni escribir. No me apetece comunicarme practicamente con nadie.
Sólo espero que pase el tiempo y poco a poco vuelva la estabilidad a mi vida y entonces volveré a contar todo aquéllo que se me ocurra, procurando que sea más positivo que lo que pienso en estos momentos.
Un saludo a todos mis compañeros de aventuras blogueras.
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...Y de nuevo empiezo |
Andrés se ha levantado con la firme convicción de que hoy es un gran día.
Hoy Andrés quiere empezar a vivir la nueva y tal vez última etapa de su vida, y se va a preparar para ello.
Es día de limpieza, clareo y renovación.
VUELVO A EMPEZAR
Hoy he decidido hacer limpieza de casa, de recuerdos, de fantasmas.
Limpieza, clareo y renovación.
Quiero avanzar en mi vida, y la carga del pasado se refleja en todo lo que me rodea y no me deja. Demasiados recuerdos de tiempos pasados, a veces dolorosos, a veces felices, pero ya pasados.
Es hora de vaciar cajones, deshacerse de lo viejo, acomodar lo mínimo e iniciar el viaje hacia lo que me queda ligero de equipaje.
Con cada objeto tirado, es como un espacio libre en mi mente. Mi mente que ya no es tan clara, que está tan llena de achacosos recuerdos que no me queda en ella espacio para nuevos pensamientos.
Sí, hoy quiero liberarme de esta carga.
Grandes cantidades de libros que han de llenar de ilusión la vida de otros jóvenes a los que hará vivir aventuras, las mismas aventuras que yo viví con ellos.
Unas viejas postales descoloridas que me recuerdan un viaje ya olvidado.
Unos pañuelos que fueron pañuelos de estación y que ahora ya no sé a quien despidieron.
Todas estas pequeñas e inútiles figuras que ya han perdido su identidad; todo ha de ser quemado, para que el fuego suprima todo recuerdo que me ata al pasado y no deja que la nueva luz entre en mis pensamientos, en mi vida.
Hoy es día de limpieza de morada, de clareo de mente y renovación de ideas.
Cuando mi casa esté limpia de viejos, gastados y tristes recuerdos, entrará la luz, la nueva luz en forma de alegría con la que ella lo llenará todo.
Mientras hago sitio en mis cajones, noto cómo se aligera mi mente.
Con cada viejo elemento de dudoso valor decorativo que va desapareciendo de mi vista, un nuevo fantasma acusador se va de mi cabeza.
Sí, deshacerse de trastos inútiles ayuda a que desaparezcan los fantasmas que acosaban mi existencia y no me dejaban avanzar ni renovarme.
Tanto tiempo en el pasado no dejaba ver el futuro.
Con la luz que ella trae a mi vida, el presente es alegre, el pasado... un suave, cálido y leve recuerdo, el futuro,luminoso, cercano, atrayente.
Sí, hago limpieza...y de nuevo empiezo.
Estoy en el ocaso de mi vida y quiero que éste sea tan alegre, sereno y feliz como fue el pasado.
Me siento lleno de ganas de seguir, de vivir nuevas ezxperiencias, de compartir lo que tengo, lo que vendrá y, la alegría de empezar estará a mi lado.
Andrés a punto de inaugurar su sexta década, quiere tener nuevas ilusiones, nuevas prespectivas y cumplir añejos sueños, sueños escondidos en lo más recóndito de su ser, sueños que estaban esperando ser rescatados y realizados.
Ahora que Andrés no realiza ningún trabajo "renumerado" tiene tiempo, mucho tiempo y quiere vivirlo todo.
Andrés ha iniciado el otoño de su vida con la esperanza y alegría que le dan la luz de sus nuevos pensamientos
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El sueño de Elena |
Elena mira a sus amigas y sonríe feliz.
Realmente encuentra divertida la situación, ella ahí sentadita y sus amigas nerviosas y corriendo de un lado para otro en busca de un montón de cosas.
María no encuentra la diadema, Viky busca el lazo del vestido, Marta el ramo de flores y a Julia le ha desaparecido la carterita donde tiene los anillos.
Sí, Elena encuentra gracioso todo este remolino de idas y venidas de sus amigas.
Claro que antes de que esto empezara, ellas se pasaron el tiempo arreglando que su aspecto fuera impecable, que su vestido estuviera sin una sola arruga, que el velo encajara en el tocado, que no tuviera ni un pelo fuera de lugar.
Ahora ya casi estaban todas a punto.
Mientras acababan de componerse Elena pensaba que en un momento estaría dándole el "Sí, quiero" a Pedro.
Pedro era el chico más guapo del grupo, el que la hacía feliz. Con quien siempre había deseado estar.
Pedro es amable con todo el mundo, cariñoso con sus padres, alegre cuando están con el grupo, amoroso (muy "amoroso" cuando están solitos) y trabajador. Pedro es un amor; su amor.
Elena piensa que Pedro al igual que ella, quiere formar una familia, quiere tener hijos y una casa, una hermosa casa en las afueras, con un pequeño jardín que cuidarán los dos y en el que pondrán columpios y juegos para los niños.
Dentro de un momento se casarán y con su flamante marido irá a una isla maravillosa a pasar su luna de miel. Ella y Pedro solos y felices en una isla en la que harán el amor, pasearan, disfrutaran el uno del otro sin separarse ni un minuto.
Las amigas ya están preparadas; unas preciosas damas para acompañar a una preciosa novia.
María le coge la mano, Julia le estira el velo, Viky le da un montón de besos y Marta le dice que es la novia más bonita del mundo y así, juntas y felices se dirigen a la iglesia en la que se va a casar con Pedro.
Henchida de felicidad Elena mira a Pedro que nervioso la está esperarando guapísimo con su Smokin y al llegar junto a él,la recibe y de la mano la acerca al altar.
Elena es la mujer más afortunada del universo, imposible desear más: por fín consigue tener el sueño de su vida.
En unos minutos sonarán las campanas de boda.
Ya están sonando. Elena las oye y sonriendo y feliz, se da la vuelta y apaga el despertador.
Sí, Elena ha tenido el sueño de su vida.
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JULIAN |
Suenan las campanas y la gente del campo se para a escuchar.
Unos dicen que suenan a difunto, otros que suenan anunciando la llegada de algún representante de la iglesia. Hay quien aventura que las campanas están sonando para avisar de un gran incendio que aún no se ha producido, pero que se producirá, dado el inmenso calor que hace.
Sí, en el pueblo, en el campo, todos se paran a escuchar cuando las campanas suena y todo son conjeturas.
Nadie sabe a ciencia cierta por quién o por qué suenan las campanas, pero como ocurre con otras muchas cosas en el pueblo cada cual expresa su opinión y todas las opiniones son válidas.
Equivocadas, pero válidas.
El que toca las campanas es el Julian.
Julián, el desde siempre llamado “tonto del pueblo”
El mal llamado tonto, porque hasta donde alcanza el conocimiento de cualquiera, es el que mejor vive. El que mejor come, el que mejor viste. El que todo lo sabe, el que todo lo cuenta.
Sí, así es Julián.
No es tan tonto como le interesa que todos piensen. No, no lo es.
Es Julián un mozo de unos 32 años (sólo su madre sabía cuántos años tenía, pero su madre ya hace muchísimo que murió y aunque dejó a Julián a cargo de todo el pueblo, no dejó dicho cuántos años tenía)
En los 32 años que se le suponen al mozo, nunca Julián ha necesitado trabajar, con el título oficial de “tonto del pueblo”, tiene asegurado el plato diario. El plato y la dormida allí donde a él se le antoje, ya que Julián es de todos no siendo de nadie.
Dicen las lenguas de los maliciosos que Julián sabe dónde es bien recibido y dónde es necesitado, ya sea como mozo de los recados ya como mozo de los apaños para las jóvenes y no tan jóvenes viudas, que como tales necesitan de la ayuda de un mozo siempre dispuesto a echarles una mano allí donde fuera menester.
No, Julián no es tan tonto como quiere hacernos creer. O tal vez él no haya querido nunca hacerlo creer, pero un día descubrió que el ser el tonto del pueblo era más rentable que ser el huérfano o el heredero de nada
Pero ahora Julian está triste.
Julian tiene un problema, él que no conoce lo que es tener problemas. Él que el único problema que conocía era decidir quien y donde solucionaba sus potenciales problemas.
Julian anda perdido: se ha enamorado, así, como suena.
Se ha enamorado y como de tonto no tiene nada, sabe que va a ser difícil conseguir el amor de su amada, ya que tanto ella (como el resto de los paisanos), piensa que los tontos no se enamoran.
Julian se ha pasado muchas horas pensando cómo decirle a la hermosa viuda de D. Eusebio, que en paz esté, que quiere ser su marido.
Nadie va a permitir que esta joven mujer, que ha pasado prematuramente a englosar la lista de las dedicadas a atender las necesidades de los necesitados y no tan necesitados, a dedicarse a la atención personalizada del cura, del maestro y del médico ya retirado, nadie va a permitir esta pérdida y menos que vaya a compartir casa y mesa con el tonto del pueblo.
No, nadie va a permitirlo.
Qué castigo le espera al bueno Julian ahora que van a descubrir que de tonto no tiene nada?.
Y qué pensará la Encarnita de tener amororíos con él?
Pobre Julian!
Después de pasarse la noche y medio díapensando en su dilema, ha llegado a la conclusión de que lo primero que ha de conseguir es la aprobación del pueblo, que luego ya se encargará de camelar a la Encarni.
Él sabe que gusta a las mujeres, al menos les gustaba como tonto, así que supone que les seguirá gustando como listo.
Y, por éso es que suenan las campanas. Julian ha decidido que a grandes males, grandes remedios por lo que ahí está: llamando a reunión a todo el pueblo.
Dice Julian al pueblo que tiene algo muy importante que comunicar. Que ha recibido la visita de su madre y que viendo las penurias futuras que van a acontecer, él por el bien del pueblo ha de buscar con quién compartir el techo que ella le dejó al irse. Que no puede seguir siendo una carga para todo el pueblo.
Cuenta Julian que con su madre, estaba el espíritu de D. Eusebio. Qué éste le ruega encarecidamente a su amada esposa que sea una buena cristiana y que cuidara como es debido a esta criatura de Dios, es decir, de él, de Julian.
Ante tan claro y explendido discurso con que el Julian comunicó su deseo de casarse con la Encarni, el pueblo entero se quedó atónito. No supo reaccionar, nadie dijo que le pareciera una barbaridad, que un tonto no se enamora, que Julian es de todos y que así a de seguir siendo.
El pueblo no podía quedarse sin tonto y ante semejante desgracia, el pregonero de las fiestas del año anterior, consiguió decir que no, que no podía ser, que Julian no podía llevarse a la Encarni, que la Encarni era la mejor moza viuda del pueblo, que no podía ser.
Todo el pueblo pensó que el problema no estaba en que se casara o no con la Encarnita. Lo terrible para el pueblo era quedarse sin tonto oficial, sin nadie que recibiera las chungas de los jóvenes, los secretos de alcoba ajena, los penas de moza rechazada.
Éso no podía ser; el pueblo necesitaba un tonto y...
Julian mira para el pregonero y le dice que cuando tenga la casa arreglada y Encarnita haga la comida, tiene un plato puesto para él. Julian le dice que al igual pasará en todas las casas.
Ha pasado algún tiempo y Encarnita ya se hizo un bonito vestido para....
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Mis Estaciones |
Está sentada ante el ventanal de su dormitorio, alli donde siempre acaba sentándose cuando tiene que pensar en algo serio, en algo que de verdad le importa.
Alli donde se sienta cuando lo que quiere es disfrutar de la hermosura de los árboles. Sentada allí observa desde hace años el cambio que cada nueva estación produce en los árboles, en "sus" árboles. Unos árboles que siempre le gusta mirar, pero muy especialmente en esta época en la que como cada otoño, se visten de colores que a ella le parecen unos colores que inspiran serenidad, sensatez, paz...Sentimientos éstos que ahora más que nunca le son necesarios.
Ve cómo los árboles se preparan para el invierno que se acerca. Cómo se despojan de todo aquello que no le es imprescindible y se minimizan para resguardarse de las futuras heladas.
Así le gustaría poder hacer ella. Querría encogerse, hacerse pequeña para que la pena, su invierno, no le rompa el alma. Hacerse chiquitita para que las preocupaciones no fueran un lastre tan pesado.
Teresa recuerda como cuando era pequeña acudía a su mamá, a su papá, o a sus abuelos, a los hermanos mayores, a los profesores. Acudía a todos aquéllos que la querían y le solucionaban los grandes problemas de su niñez.
Pero ahora Teresa está sola. Sabe que ha de ser ella la que solucione el problema que le está dejando sin fuerzas para vivir.
Se levanta de la butaca y mira hacia la cama. Allí está él. durmiendo relajado, feliz. Nada hay en él que delate un posible problema, un motivo de preocupación.
Mirándolo Teresa se pregunta si alguna vez él será consciente de que toda su vida es como un globo, hinchado pero hueco. Que dentro sólo hay aire, nada más que aire.
Tal vez él no esté pasando por lo que ella está pasando. Puede ser posible éso?
Puede ser que no se dé cuenta de que su relación ya no existe, que ya no hay nada que los una?
Teresa se ha quedado de pié mirando a su marido. Sigue siendo muy guapo, tremendamente guapo. Pero a ella ahora le parece un hermoso envoltorio pero sin nada dentro: Es como una hermosa caja con un gran lazo pero sin regalo dentro
Se siente triste por los años perdidos, por el tiempo empleado en amar a alguien que no se merece su amor. Alguien que no la ama, alguien que ni siquiera se ama sí mismo.. Ahora sabe que ha estado enamorada de una ilusión. Que quien ella creía que era, no existe.
Enciende un cigarro y vuelve a la butaca. Mira los árboles y piensa que ellos pronto perderán las hermosas hojas que ahora los adornan, que se quedarán desnudos, sus tallos vacíos. Pero cuando pase el invierno renacerán y en la primavera estarán de nuevo cargados de color, de flores, esperando que llegue el verano para ofrecer el fruto que en grandes cantidades se está ya germinando.
Ella ahora se siente en el invierno. Ha pasado su primavera, su verano y su otoño, todo ha pasado y el invierno se ha instalado en ella y no deja que las otras estaciones moren en su alma.
Teresa necesita el amor para vivr. Necesita sentirse amada y sentir que comparte su vida con alguien igual que ella. Con alguien generoso, amable, inteligente. Con alguien que sea como siempre había creído que era su marido.
Teresa ahora se siente vacía, nada es como ella creía que era. Siente que ha estado ciega, que no veía, o que sí veía pero se negaba la evidencia para no sentirse como ahora se siente.
Cuánto tiempo engañándome! Tanto tiempo dedicado a amar una fantasía!
Realmente no se siente orgullosa de su pasividad, por éso ahora necesita darle un cambio a su vida.
Él dice que todo está bien como está, que para qué cambiar nada, que es feliz así. Sí, él es feliz así, cómodo, egoista y sin querer ver nada.
Pero ella no lo es y está decidida a romper con esta monotonía., con este dejarse ir, quiere recuperar la autenticidad de su vida.
Para ello ha de separarse de todo aquéllo que ha formado parte de su vacía vida en los últimos años e iniciar una nueva vida desde la soledad.
Mira para los árboles y piensa que si ellos se renuevan cada año, llegará el día en que ella también se renovará y su vida tendrá sentido.
Vivirá el invierno acaparando fuerzas, vivirá la primavera germinando en su interior la semilla que en el verano será un fruto que llenará su vida para toda la vida.
Sí, ha de tomar las riendas de su vida, ser la madre que siempre soñó que sería.
No más inviernos eternos, no más otoños tristes.
Teresa tendrá un invierno como el que tienen sus hermosos árboles; será un invierno arropado con los colores tibios del otoño y lleno del sueño de unos colores alegres de la primavira.
Ya siente envidia de la estación, una estación puente entre la templanza del otoño y la alegre explosión de color y sonidos de la primavera espera .
Sí, cuiando pase este otoño, llegará el invierno que abrirá la puerta de la primavera.
Teresa desde su ventanal saluda a los árboles y les cuenta sus decisiones.