La Espera


Esteban se encuentra mal, da la vuelta en la cama e intenta volver a dormirse. También es mala suerte, víspera de festivo y estar toda la noche dando vueltas y tan enfermo.
Piensa que si no mejora tendrá que ir a urgencias y eso ya hace que casi no note que está malo.

Como mucha gente, Esteban le tiene pavor a los hospitales, piensa que son la antesala del infierno y él es un tipo decente que no tiene por que ir al infierno, ni siquiera al purgatorio.

Llegado a este punto de sus pensamientos, Esteban se pregunta si realmente existe el infierno, si él cree en el infierno. Se da cuenta de que siendo ateo como es, cuando está en apuros siempre recurre a invocaciones, amenazas o premios relacionados con la religión. Con una religión en la que él no cree. Debe de ser por costumbre, por costumbre o reminiscencias de la infancia.

Esteban vuelve a despertarse con dolor. No sabe cuánto tiempo ha dormido, pero han debido de ser un par de horas, pues nota que está más despejado,despejado y dolorido.
Se levanta y va al baño, luego decide tomarse una manzanilla, tal vez después se encuentre mejor.

Pero no mejora así que ya se ve en un hospital, y su cabeza ya empieza a darle vueltas a todo lo que ha oído que pasa en los hospitales.
Piensa que igual es mejor llamar a un médico y que venga a verlo a casa. Pero él a pesar de estar tan asustado, sabe que le duele el vientre demasiado para ser un simple dolor de tripa y que ha de ir al hospital.

Llega a la ventanilla de admisión y sacando su tarjeta médica se dirige al señor.
Esteban sabe que ese hombre nota lo asustado que está. Sabe que piensa que es un miedoso, que hombre hecho y derecho y con miedo como un niño al que le muestran una aguja. No le importa, se siente mal, desorientado y con mucho dolor.
Le da la tarjeta y espera, espera un momento, y es la primera espera de una serie de esperas.

-Vaya a la sala y espere a ser llamado.



Y, Esteban se sienta en una silla dura que está pensada para sentarse durante minutos, pero los minutos se convierten en algo más que minutos y cuando se da cuenta lleva más de una hora esperando. Como el dolor vuelve a ser intenso, se dirige de nuevo al la ventanilla.

-Señor, falta mucho para que me atiendan? tengo mucho dolor...
-Ya, todos tienen dolor, no se preocupe, ya le tocará.
-Gracias.

Y Esteban vuelve a la sala de espera. Ahora no hay donde sentarse así que se pasea para no estar quieto de pie mientras el dolor se hace cada vez más intenso.
De repente se queda parado: ha oído su nombre por un altavoz. No sabe lo que han dicho, sólo a captado su nombre así que espera a que lo repitan, pero siente que le invade pánico, piensa que igual no vuelven a llamarlo, que se tiene que quedar hasta el final de la lista, que se va a morir allí esperando.

Un gran alivio lo inunda cuando vuelve a oir su nombre y oye cómo le mandan entrar por la puerta 12.
La busca y allí se dirige. Comienza entonces un diálogo que le hace pensar que está viendo una película.

-Qué le pasa?
-Me duele aquí, en el bajo vientre (señala la ingle derecha)
-Desde cuándo le duele?
-Desde las 5 de la mañana, más o menos.
-Ha tenido ante este dolor?
-No, nunca.
-Viven sus padres?
-Sí...
-Tienen alguna enfermedad?
-No sé, supongo.
-No sabe? No conoce las enfermedades de sus padres?
-Pues, es que viven con mi hermana y aunque alguna vez han estado enfermos y yo voy a verlos, no sé muy bien de qué.
-Usted tiene alguna otra enfermedad?
-Ahora no.
-Antes?
-Antes cuándo, desde que nací?
-Bueno, no importa. Vaya para la sala de espera que le llamarán para hacer una radiografía.

Estaban, se siente tan mal que casi no nota que el miedo le está agarrotando hasta la mente.
Se va a la sala de espera y espera, espera tanto que está a punto de entrar en un estado de verdadero terror.
Ya se ve muriendo en aquella sala de sillas incómodas, llena de gente que sin que nadie le pregunte te cuenta lo enfermos que están, lo bien que saben ellos moverse por el hospital, la de veces que han estado allí y le dan consejos para colarse dentro de alguna consulta y así adelantar la vez.

Esteban quiere marcharse, quiere que alguien le de una pastilla para el dolor y marcharse a su casa. No le gustan los hospitales y este le parece horrible, grande, frío y horrible.

Tal vez debió llamar a Margarita para que lo acompañara, pero es que Margarita ya no es su novia, ya no lo quiere y no va a llamarla para decirle que está enfermo y que tiene miedo.
Si ésto le hubiera pasado hace un par de meses, todo sería distinto. Estaría allí Marga y él se dejaría guiar por ella.
Ella lo animaría, le diría que no se preocupara, que todo iba a salir bien.
Quería que estuviera allí, y pensando que era peor estar solo que olvidarse el orgullo, se dirigió a la salida para llamarla.

Ya fuera, mientras marcaba el número de teléfono, le pareció oir su nombre, pero ahora que ya se veía al lado de Marga, nada le importaba, Marga le ayudaría y toda esta gente no le haría nada.
Y lo acompañaría a sacar las radiografías y...
Claro, lo estaban llamando para éso!

Colgó el teléfono y se dirigió corriendo a la puerta 3, llegó cuando ya estaban cerrándola.
-Oiga, soy Esteban, me estaban llamando.
-Sí, bueno, pase ahí, desnúdese y espere, ahora ya llamé a otro paciente.

Entra en un cuarto tan pequeño que parece un armario de pasillo. Mientras se quita la camisa, se pregunta si también se quitará los pantalones. Va a llamar a la enfermera, pero le pareció que ya lo miraba enojada, así que decidió desnudarse del todo y así, en paños menores se sentó en una banqueta y esperó.
Desde el armario-alacena oía cómo los otros pacientes entraban en lo que imaginaba más armarios, cómo los mandaban respirar y no respirar, cómo les decían: "entren otra vez ahí y esperen a que les mandemos vestirse".

Esteban oía ésto y también oyó cómo la enfermera decía a alguien que se iba a tomar un café antes de terminar, que volvía pronto.

Se arrepintió de no haber llamado a Marga, pero ahora ya estaba desnudo y no era prudente vestirse y salir, pues podía ser que en ese momento lo llamaran y no debía de ser nada bueno hacer que llamen a uno dos veces. Así que ni pensar en volver a vestirse ni mucho menos salir.

A Esteban ya le empezaban a fallar los nervios. Ya casi no sabía porqué estaba allí, el dolor no cesaba, le dolía también la espalda de estar en aquél agujero, estaba helado pues llevaba más de dos horas desnudo. No sabía si gritar o salir, no razonaba, estaba lleno de miedo y quería salir, quería salir y marcharse.

Decide vestirse y salir, paro ahora ya no sabe qué puerta es la que lleva al pasillo, así que abre una y es la que comunica con la sala de rayos.

-Quién le ha llamado? Aún no hemos empezado. Salga y espere a que lo llamemos.
-Pero es que ya estoy cansado de esperar, me tengo que ir.
-Si quiere irse, váyas; si no, salga y espere a que lo llamemos.
-Enfermera, ya me habían llamado y me dijeron que me desnudar y esperara. Llevo más de dos horas ahí metido, quiero que me hagan las radiografías y quiero irme.

Ante ésto, la enfermera lo mira e incrédula le pregunta desde cuándo está en el cuarto desnudo.

-Llevo desde la 13:05, más o menos. Ya se me ha olvidado qué hora era.

La enfermera lo mira como quien mira a un bicho raro y haciendo gestos lo manda entrar otra vez en el cuarto y le dice que vuekva a desnudarse, que lo llamará enseguida..
Esteban ya se siente morir y esta vez es de verdad. Nota cómo algo en su vientre se retuerce y nota cómo todo le da vueltas, cómo el sudor empieza a mojar su camisa.
Aún así, se desnuda y se dispone a esperar.

Por fin le hacen las radiografías y le mandan otra vez para la sala de espera, con el aviso de que no se mueva, que el médico lo llamará en cualquier momento.
No lo sabe, pero las enfermeras, después de reírse un rato, pues se dieron cuenta de que lo habían olvidado, de que el turno de la mañana lo metió allí y allí lo dejó, se apiadaron de él y le llevaron en unos minutos las radiografías al médico para que lo llamara.

-.

Y, así es cómo en un momento y cuando ya estaba a punto de desmayarse, Esteban entra otra vez en la consulta.
La doctora que está ahora le recrimina que esperara tanto en acudir, pues lo que tenía era grave y ahora podía ser tarde. Muy digna le dijo que podía ser demasiado tarde para él, que era un incosciente.
Le mandó slir y esperar a que lo llamarían cuando bajaran los cirujanos.
Ante esto, Esteban a punto de morirse, empezó a gritar y entró en un estado nervioso incapaz de controlarse.
La joven doctora le dijo que lo menos que podía hacer era callarse y prepararse para que lo llevaran al quirófano.

Quirófano...cirujanos... estas palabras casi le hielan la sangre, Esteban no va a ir a un quirófano, sólo quiere una pastilla para el dolor de vientre y marcharse a su casa.
Se arma de valor y le dice a la médico:
- Mire, yo sólo quiero algo para aliviar el dolor.
- Usted señor va a entrar ahí, se va a desnudar y va a esperar a que lo vengan a buscar: tiene que ser operado de urgencia.

Esteban ya no oyó ni al mitad de lo que le dijo, el "va a entrar ahí y se va a desnudar" le ocupó todo el espacio cerebral.
Cuando le dijo que tenía que esperar, que vendrían a buscarlo, ya estaba entrando en estado de Shock.
La tensión de lo vivido y el pánico de lo que le quedaba por vivir en el hospital, hizo que ya no pudiera controlarse y por fín se desmayó.

La médico que era bastante joven, ante el temor de que fuera una parada cardiaca, lo mandó meter en la unidad de críticos.

Una vez allí, se juntó todo el personal, médicos varios, enfermeras, auxiliares, celadores, todos alrededor de Esteban, que en un momento recobró el conocimiento y al verse así, rodeado de gente aque hablan a la vez, de cables que estaban metidos en su cuerpo, de máquias que pitaban ,pantallas que parpadeaban... en vista de todo ésto, volvió a desmayarse y en este momento, ya casi se muere de verdad al creer que se había muerto.

24 comentarios:

josé javier dijo...

Hija de mi alma, espero que esta odisea no te pasara a tí...
Aunque entiendo el miedo a la enfermedad, al dolor, o a la muerte...

Un fuerte abrazo, y lo del libro es proponérselo. Ahora con las imprentas digitales se facilita la cosa. Si quieres asesoramiento o ayuda, dímelo. J.J.

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Me encanta.
Muy bueno. Plasmas de mannera genial el miedo que pasa el protagonista.
Un beso.

Diana dijo...

Hola
--J.J. la verdad es que no me ha pasado a mi, ni siquiera a nadie que conozca, pero sé que a veces la fobia a los hospitales da como resultado algo parecido a lo padecido por el pobre Esteban.
Gracias por tu ofrecimiento, tal vez te tome la palbra. Ya te diré
--Pabliño, miedo?
Yo diría pavor, terror, pánico, y cualquier otro epíteto adecuado para definir lo que pasan algunas personas que tienen una fobia verdaderamente patológica a los hospitales.
Un bico para los dos y os deseo que no os pese lo mismo.
Diana

nosecomosoy dijo...

Vaya, eso si que es temer a los medicos y a todo lo que les rodea. Espero que no te pase nunca a ti, pero ya sabemos que nosotras tenemos menos miedo a todo que los hombres.
Me ha vuelto a gustar leer lo que escribes. Volveré.
Un saludo de esta que ya empieza a ser asídua.
N.M.C.

Verdial dijo...

Según dices en tu comentario ni te ha ocurrido a tí ni a nadie que conozcas, sino que tan sólo te has basado en el miedo a lo desconocido.
Pues te digo, y por experiencia propia, que tu relato es magistral. Describes paso a paso y a la perfección lo que es la sala de espera de urgencias de un hospital, la tensión que se vive, la lenta agonía de la desesperación ante la tardanza, y sobre todo, el trato con el paciente.
Desgraciadamente, ya sea en casos personales, o acompañando a un familiar, he vivido en más de una ocasión esos momentos, créeme, tu relato se ajusta a la realidad totalmente.

Un abrazo

Pedro Delgado dijo...

Naturalmente, y por suerte, no todos los casos son así. Lo digo por experiencia; pero lo describes muy bien y seguro que habrá habido más de un caso igual. Entonces es para echarse a temblar...En todos sitios cuecen habas, decimos por aquí.

Besinos desde Cáceres.

Diana dijo...

Hola.
--Verdial, cielo, siento que te veas "reflejada" en la situación, pero de veras que no es tan malo el paso por un hospital. Lo peor de este caso en realidad (salvo cuando lo dejan olvidado en el cuarto de rx.) es la fobia que desarrolla Esteban al entrar en un hospital. Piensa que yo estaba terriblemente agobiado en casa sólo de pensar en tener que ir.
Por otro lado la sala de espera de un hospital es un muestrario de cómo son y cómo se sienten las personas sin tapujos.
Amiguiña, espero (ves que todo se reduce a esperar?) que no te vuelvas a ver en situaciones similares ni siquiera que tengas en muchos años que entrar en un hospital.

--Pedro, tienes razón, no todos las veces que la gente va a un hospital le pasan cosas como ésta. Yo personalmente creo que hoy en día el trato es muy satisfactorio por parte del personal de dichos centros.
Un biquiño para los dos desde Coruña.
Diana.

Fe dijo...

Hola, me encanta el relato, refleja fielmente el desamparo que sentimos en esos lugares frios y un tanto desalmados, los enfermeros y demás personal, exceptuando algunos casos, están hartos de quejas y gemidos y nos tratan a la baqueta, en ese caso se suma el desamparo el miedo o pánico la desorientación se instala en cada fibra de nuestro atormentado cerebro y viene el personal sanitario poner la puntilla, un drama. Saludos

SANTIAGO LIBERAL dijo...

madre mía, es que los hospitales...
un placer leerte y conocerte

Layla - Noche Hermosa dijo...

jajajaja "ya casi se muere de verdad al creer que se había muerto"...caray que miedo tan irracional...esa es una verdadera fobia!..

Acá en mi país..se vive terrible una urgencia de hospital...que triste encontrarse en una situación así, y yo si que he visto casos como estos y peores..pero todo por negligencia de los entes de salud públicos.

Excelente relato Diana, como siempre. :)

Céfiro dijo...

Siempre que voy al médico, me riñen por no haber ido antes. No me gusta que me riñan, ni que me den ordenes y menos cuando estoy enfermo.

Creo que la fobia a los hospitales no es tan irracional como otras (a las cucarachas, a las palabras largas...), se adquiere a base de malas experiencias, unas propias y otras prestadas.

Salud.

Diancecht dijo...

Pues yo voy a discrepa un poco, para variar.

Primero, nunca me ha pasado ni he visto nada parecido en un hospital.

Segundo, la culpa es toda de Esteban, por pasarse dos horas desnudo en una cabina. Eso me pasa a mí e ingresan en urgencias por la vía rápida al radiólogo, a las enfermeras y a todo aquel que intente molestarme mientras les rompo uno a uno todos los huesos de la mano.

Que en los hospitales, como en todas partes donde hay funcionarios, primero pones la sonrisa y si no, te lías a bofetadas.

Diana dijo...

Hola.
--Fe, la verdad es que en Galicia las salas de espera de los hospitales no son un salón, pero tampoco están tan mal. Cuentan con tv. máquinas de chuches, café y a veces hasta funcionan.
El personal tampoco es tan malo, no serán unos relaciones públicas, pero son amables o cuando menos correctos.
Al menos éso pienso yo.
--Santiago, es que los hospitales son la leche, verdad?
Por cierto, podías regalarme alguna foto de tu entorno, adoro tu tierra.
--Noche Bonita, ni te imaginas las fobias que algunas personas desarrollan ante la posibilidad de ir o quedarse en un hospital!
Son verdaderas reacciones patológicas que no se controlan.
--Céfiro, porqué te riñen?
Vaya, eso no se puede permitir. No será que eres un poquito abandonado y tu médico te pone al orden en plan paternalistas?
Seguro que es así, no te lo tomes a mal.
Venga un bico a todos.

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Al margen de que el relato me gusta, como todo lo que escribe Diana, a la vista de los comentarios que se han ido dejando, voy a dejar también mi postura sobre los hospitales.
A veces no es sólo que tengamos miedo a los hospitales, a la muerte, al dolor o a los médicos, a veces simplemente tenemos miedo a lo desconocido, porque no sabemos qué nos pasa, no sabemos por qué nos duele algo que hasta ayer estaba perfectamente. Otras veces es el miedo a que nos encuentren algo malo.
Y es que el miedo es libre. Por supuesto, las personas que trabajan en los hospitales no tienen la culpa de que los enfermos estén enfermos o tengan miedo. Pero los enfermos tampoco suelen ser culpables de estarlo o de estar muertos de miedo. Nadie tiene culpa de la situación, pero está claro que el enfermo lo va a pasar mal por muy bien que se le trate simplemente porque está asustado. Y a veces intentará buscar a alguien contra quien descargar su miedo, su frustración o lo que sea. Y así a veces se echan las culpas a los trabajadores de los hospitales, cuando no tienen culpa de nada.
Un saludo.

Diana dijo...

Hola
Dian, eres terrible, de verdad que lo eres!
Mira que querer acabar con todo un servicio!
Pero quién te iba a tener después durante horas esperando que te informen una radiografía que al final piensan que ha salido "quemada" y la mandan repetir?
Pabres enfermeras, tan inocentes ellas!
Menos mal que no tienes pensado machacar las manos a los técnicos de rayos!
Al menos ellos se libran de tu hipotética ira.
Lo dicho: eres terrible....y adorable.
Un biquiño desde Coruña.
--Pablo, gracias por tu comentario; el colectivo sanitario está en perpetúa deuda contigo.
No todo lo malo que pasa en un hospital es culpa del personal sanitario, ni de los celadores, ni de los administrativos, ni de....nadie.
De nuevo: graciñas.
Diana

Sara dijo...

Pues Dianina, ese Esteban podía ser yo, porque cada vez que tengo que ir al hospital (por suerte hasta el momento, sólo a ver a personas ingresadas allí) me recorre un desánimo, un yuyu, un mal estar que...!!!!me imagino siendo la prota de tu historia y....me desmayo yo. Tengo horror al hospital, me imagino que por lo deshumanizados que están, sus plantillas, sus modos de actuar, sus protocolos,Dios!!!!!esta espera del pobre Esteban se me ha hecho a mi agonizanteeeeeeeeeeeee.

Mil abrazos galleguiña

Sirena Varada dijo...

Dianiña...,venía a ver si habías escrito algo nuevo.
Aprovecho para decirte que eres la mejor de las mejores (y si me llamas exagerada te diré lo mismo)

Un beso

Unknown dijo...

Hola Diana!
Acabo de ver que tienes otro blog!Me pasaron tantas cosas últimamente que la verdad, ando descolgada. Ya te enterarár prontito por mi blog.
Por supuesto, iré a Galicia por Navidad y espero hacer una visita a la familia en Santiago y A Coruna! Hace 15 meses que no piso mi tierra!
Miraré el blog que me recomendaste.
Muchos besos

Layla - Noche Hermosa dijo...

Querida Diana!

Hoy la Noche hermosa esta de Halloween, te invito a celebrarla paseandote por mi cuevita!

Te espero :)

Dulce o truco!

josé javier dijo...

Un saludito desde Sevilla. J.J.

Diana dijo...

Hola
J.J. graciñas por tu saludo, me a resultado muy grato ver que te has acordado de mí y que simplemente has querido saludarme. Un bico.

--Sariña, tenemos que solucionar éso. Los hospitales son unos lugares que pueden ser muy acogedores y que también hacen buenas cosas.
Un besiño.
--Sirenita eres un EXAGERADA.
Te mando un besito.
Susanita he de contarte algo, de momento y desde aquí te digo: FELICIDADES.
Ya te escribiré, un biquiño.
--Noche Hermosa, quiero que me des un dulce y que mne hagas un truco.
Aunque ha pasado ya tiempo, espero que hayas tenido una bonita y entretenida noche.
Un biquiño oara tí y para todos.
Diana

Diana dijo...

Hola
J.J. graciñas por tu saludo, me a resultado muy grato ver que te has acordado de mí y que simplemente has querido saludarme. Un bico.

--Sariña, tenemos que solucionar éso. Los hospitales son unos lugares que pueden ser muy acogedores y que también hacen buenas cosas.
Un besiño.
--Sirenita eres un EXAGERADA.
Te mando un besito.
Susanita he de contarte algo, de momento y desde aquí te digo: FELICIDADES.
Ya te escribiré, un biquiño.
--Noche Hermosa, quiero que me des un dulce y que mne hagas un truco.
Aunque ha pasado ya tiempo, espero que hayas tenido una bonita y entretenida noche.
Un biquiño oara tí y para todos.
Diana

Fernanda dijo...

Hay Diana!!! No sabes lo identificada que me siento con Esteban: le tengo FOBIA a los hospitales!!!
Hace unos años fui a la guardia del hospital por un dolor de garganta y de los nervios que tenía cuando me llamaron, me dió una fuerte taquicardia. Resultado: terminé en la sala de observación llena de cables porque pensaban que tenía un problema cardíaco!!! HORRIBLE
Muchos cariños Diana y como siempre: gracias por compartir tu maravilloso DON con nosotros.

FERNANDA

Diana dijo...

Hola.
Fernandiña, siento que hayas tenido tan mala experiencia, pero de veras que no todo es tan "fuerte" en unas urgencias.
De vez en cuado, hasta es muy bueno: entras malito y sales menos malo y además; sales.
Un bico y ya sabes que me muero de envidia cada vez que leo lo bien que os los pasáis.
Diana.

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