El Viaje

...Y después de la celebración, el viaje.

Kilómetros y más kilómetros es lo que ha recorrido y ya no le quedan fuerzas para seguir huyendo cuando Carlos ve luces a lo lejos y se anima.
Decide acelerar al máximo con la esperanza de llegar pronto a lo que parece una pequeña población.
Siente renacer sus esperanzas y ya cree en la posibilidad de llegar antes de que sea demasiado tarde, a las luces que lo esperan no demasiado lejos.

Carlos lleva más de tres horas conduciendo con una tensión creciente desde que empezó el viaje, un viaje que ya desde el principio ha sido distinto a cualquier otro viaje.

Sigue viendo el coche. Ahora recuerda que le pareció extraño que yendo tan despacio, no lo adelantara cuando podía hacerlo, ni protestara por su lentitud cuando no se podía adelantar. Más tarde pensó que tal vez quien conducía el coche azulón, no, rojo, o verde, (no tiene claro de qué color es) que estaba tan pegado a él no conocía el camino y que por éso iba tan despacio.
También pensó que no era el único "lentillo" de la carretera, como lo llamaba en bromas su hijo.

Ahora ya sabía que no es que fuera despacio, que no es que fuera un lentillo, no es que no conociera el camino, no. Lo que estaba pasando es que lo seguía.
No sabe cuánto tiempo hace que se dio cuenta de que lo seguían. Ésto le hace sentir temor y se pone nervioso.
Cuando Carlos se dio cuenta de este hecho se asustó y pensó en parar y esperar a que lo adelantara.

Siguió conduciendo mientras miraba a ver si encontraba un lugar adecuado para desviarse y aparcar. Cuando ya lo iba a hacer, se le ocurrió pensar en que tal vez era exactamente lo que esperaba el conductor del coche, así que más asustado de lo que había estado nunca, decidió conducir algo más rápido y no parar hasta llegar a una gasolinera o cualquier otro espacio público y concurrido. Sí, aquéllas luces de colores serán su salvación.

Pero había comprobado que si él aceleraba, el otro conductor también lo hacía, que si él iba despacio, el otro también lo iba. En cuatro o cinco ocasiones había intentado reducir la velocidad al mínimo y lo único que había hecho el otro era reducirla igualmente.
Carlos estaba convencido de que si aceleraba lo suficiente el otro no le seguiría el ritmo. Si conseguía llegar a las luces, el otro se daría por vencido y se iría. Pero dónde se iría?

Quién era y, por qué lo estaba siguiendo?
Qué quería de él?

Él no era rico, no tenía poder, no conocía secretos, entonces, porqué lo seguían?
Tal vez lo habían confundido con ota persona. Sí, éso era lo que había pasado.
Ahora sólo tenía que hacerle ver al conductor que él era él y entonces dejaría de seguirlo.

Pero cómo lo conseguía sin parar, sin bajarse del coche?
Tenía que llegar hasta las luces. Sólo así estaría a salvo.

Mientras pensaba en ésto, Carlos aceleraba y aceleraba y no dejaba de ver el coche que iba justo detrás de él. Empezaba a preguntarse si no querría comerlo. Carlos soltó una estruendosa carcajada ante la idea de ser comido por por un coche.

Carlos era un conduztor pacífico, lento pero seguro. Nunca se había pasado del límite de velocidad, nunca había llegado tarde a entregar las mercancías que llevaba de una ciudad a otra. Carlos era un tipo tranquilo que alguna vez se fumaba un porro, pero nada más eh! Nada más.

Su profundo sentido de la responsabilidad no le permitía cometer excesos como los que algunas veces hacían sus colegas. No, claro que no. Él casi no tomaba nada.
No, él no bebía tanto como sus colegas, él sabía cuándo parar...

Siendo responsable como era, no entendía que alguien estuviera siguiéndole vete tú a saber con qué intenciones.
Seguramente que intentaba asustarlo y que cometiera algún error fátidico y así porder conseguir sus fines sin mamcharse las manos. Pero él era un gran profesional y no iba a seguirle el juego. Ya estaban cerca las luces y lo estaban esperando.

Carlos miraba por el espejo retrovisor y veía el coche casi pegado al él. Miraba hacia adelante y veía las luces.
Carlos pensaba en todo lo que le estaba sucediendo e intentaba conducir y no perder el control de la situación.
Empezaba a notar que estaba haciendo demasiadas cosas a la vez, él que era un conductor tranquilo y metódico.

Carlos miraba hacia delante y veía las luces. Las luces, ya estaban ahí las luces, era el momento de parar y de decirle al conductor del coche que estaba casi pegado a él, que él era él, no otra persona como seguramente pensaba.
Reduce la velocidad para acercarse a las lueces y tiene la sensación de que éstas se alejan.
No puede ser que esas luces tan bonitas se marchen. Seguro que al otro conductor también le gusten las luces.
Aún no ha llegado y ya sabe que está cerrada, y que allí no hay nadie ni vivo ni tal vez muerto.

No le importa, él va a utilizar todo su conocimimeto, toda su maestría como conductor y va a despistar a este tipo que se está pegando a él tanto que ya le parece que le huele y le nota el aliento.

No, Carlos no va a permitir que este tipo lo asuste.

Tal vez no tenga escapatoria, tal vez este hombre tenga un montón de armas, tal vez vaya a matarme, pero yo tomaré la iniciativa y acabaré con el. Caeremos juntos.
A mí no me asusta morir, a mí no me gana nadie con un volante en las manos. Yo soy un tipo muy responsable y sé que cuando se conduce no se ingieren determinadas sustancias.

Carlos apenas tiene tiempo para notar que se está debilitamdo, que está empapado de algo rojo y caliente. No sabe lo que es, podría ser gasolina si no fuera por el color. Tal vez el líquido de frenos que con el golpe del choque se ha derramado. Pero tampoco ésto es de color rojo. Definitivamente Carlos no sabe lo que le está mojando toda la ropa, pero no le importa; delante de él y entre otros varios coches destrozados por el impacto está el coche que lo seguió. Carlos se ríe, el tipo en cuestión no consiguió su propósito, él no se lo permitió.

Ahora ya está totalmente bañado el un cálido líquido de color rojo y el coche que lo acosaba yacía deshecho a su lado. Era más de lo que habría esperado. Carlos empieza a dormirse feliz, él es él y no otra persona como seguramente el tipo había pensado.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida1, Se te había echado en falta y no es por nada.
Qué hizo o qué tomó este señor tan correcto para alucinar así?
Al final el otro le alcanzó? no me ha quedado claro.
Bueno, lo volveré a leer .
Un abrazo y me alegro que hayas vuelto.
Maria.

Anónimo dijo...

Tiene, todos los componentes necesarios, para ser un sueño inquietante, casi casi una pesadilla, aunque, para ese calificativo el final tendría que carecer, de ese sentido de placided. O será un sueño premonitorio? bien sea lo que fuere, está muy bien. Felicidades.

Diana dijo...

Hola.
María, gracias.
He vuelto, cómo no!
La verdad es que estuve fuera de este invento unos cuantos días, pero he vuelto.
No adivinas lo que hizo este tan correcto señor?. Algo que él cree que no hizo horas antes de salir de viaje. Algo que muchos creen que NO hace, pero que Sí hacen.

--Hola Fe.Sí, parece una pesadilla pero más bien es una alucinación.
...Y es que algunas cosas que se ingieren no deberían ingerirse, no te parece?
Fe, tienes blog?, no he podido acceder al tí.
A ambas-las dúas, un biquiño.
Diana

El Diablo Des. dijo...

A mí no me ha parecido una pesadilla y si como dices una alucinación. Pobre hombre que quedo ahí por azares del destino o su falta de responsabilidad. Me gusta mucho manejar y en una época de mi vida manejaba mucho en carretera, es difícil no llegar a imaginar tantas cosas cuando vas solo y los tramos son largos, largos.

josé javier dijo...

Buena lección para los que conducimos, Y buen relato, como siempre. J.J.

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Hola, Diana:
Ante todo, gracias por volver a escribir.
Este relato me encanta, como todos.
Un beso.

Unknown dijo...

Hola Diana,
Me has puesto el corazón en un puño, conforme iba leyendo mi ansia crecia, necesitaba saber el final.
El vivir momentos en una realidad no real, puede traerte muchos problemas, y tu relato nos da un ejemplo que por desgracia,se convierte en realidad muy a menudo
Saludos

Diana dijo...

Hola.
--Diablo Des, graciñas por tu visita.
Me ha gustado tu tetera y sus sutiles comentarios, tú la oyes cuando ella grita?.
--J.J. Ya lo decía la tele: Si bebes ....no conduzcas.
--Pablo, ya ves que a veces podemos sentirnos perseguidos hasta por nosotros mismos, eh?
--Voro, verdad que no hay más necio que el que cree que lo que les pasa a los demás nunca le va a pasar a él.
La malas sustancias eran perjudiciales para los colegas, pero no para Carlos.
Un biquiño para todos.
Desde Coruña
Diana.

Sara dijo...

Dios mio Dianina! que buena eres, pero que buena, consigues engancharme a tus textos, hablo sola, intento saber lo que viene después....(pero siempre me equivoco jejejeje)esta historia es ¡alucinante! nunca mejor dicho, como tú ya sabes lo que yo pienso de todas esas sustancias adictivas, me voy a ahorrar el calificativo a este señor, y a ti te pondré el calificativo de excelente.

Sara dijo...

De la emoción, me voy así sin más, y de eso nada, no me voy sin antes dejarte un besito y un abrazo llenos de cariñosssssssssssssssss.

Diana dijo...

Hola Sarina, eres una exagerada, pero te quiero
Lo segundo peor de no saber beber es no mear, decían en mi pueblo.
Me alegra que te haya gustado.
Ésto no es nada en comparación con las paranoias que se montan los que consumen sustancias indebidas.
Un millón de besos.
Diana

aaaa dijo...

hola qué bien ya estas por aqui? es real este sueño? habría que analizarlo en terapia.
bss

nosecomosoy dijo...

Si ya lo digo yo, hay adicciones que son totalmente inofensivas para el que las "Padecen" y para quienes las "Disfrutan", lo que no sea así, hay que erradicarlo.
Estupendo post Diana, como cada dia que leo tus posts.
N.M.C.N-

Diana dijo...

Hola
Rafaela he vuelto y he leído tu blog. Niña el artículo de las declaraciones en la ONU merece un 10. Me he permitido imprimirlo y distribuirlo por todos los departamentos de mi trabajo.
Mi relato no es real, pero podría serlo, creo.
Gracias por tu visita.
--Nosecomosoy, nuevamente gracias por tus comentarios. Me alegra que te agraden mis cuentos.
Que sepas que ya he abierto tu blog.
Un biquiño desde Coruña paraa las dos.
Diana

Verdial dijo...

Se te extrañaba Diana.
El relato, aunque relato, expresa la más temerosa realidad. Parece que hoy en día es cada vez más habitual someterse al consumo de esas sustancias que solo tienen una única consecuencia: la alucinación y por ende, la violencia.

Un abrazo

Sirena Varada dijo...

Hola Díana, me alegro de tu vuelta.

El relato es la perfecta descripción plástica y visual de una paranoia; pura alucinación.
Además el final es tan bueno o mejor. Ya sabes que me encanta la manera como resuelves.

Muchos biquiños, amiga.

Diana dijo...

Hola.
Verdial, graciñas por tu palabras.
Sí, alucinaciones y decisiones tremendas.
--Sirenita, tú si que sabes contar!
Alas dos os mando un biquiño.
Sirena Vane te envía un bico.
Diana.

josé javier dijo...

Buen fin de semana y suerte a tu Depor

Anónimo dijo...

Hola Diana, me gustó mucho, yo si k lo pillé, lo tuve k leer dos veces pero lo pillé. Es muy bonito, tristemente real, y profundo.
Me gustó mucho
Vera

Layla - Noche Hermosa dijo...

Me recuerda alguna pesadilla de persecusión...

Que bueno tenerte de vuelta...anque claro, yo he estado tambien algo ausente pero ya de regreso.

Un abrazo Diana.

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