Volver a casa

Y...Es domingo

Carlos y Encarna llegan en casa.
Han recorrido los últimos kilómetros en absoluto silencio. Como todos los domingos cada uno, en compañía de sus propios pensamientos.

Carlos piensa que no es justo que la vieja esté allí, se la ve sola, triste.
Piensa que él no terminará nunca en un sitio así: Me quedaré en casa de alguno de mis hijos

Encarna tiene parecidos pensamientos: Nunca debí permitir que la ingresaran, nunca.
Cada domingo hacen lo mismo. Cada viaje de vuelta es igual al anterior. Está lleno de silencios, de pena y de sentimiento de culpa.

A Encarna se le encoge el corazón cada vez que al llegar, antes de entrar, la ve por las cristaleras. Ve cómo ella está atenta a la puerta, cómo su cara refleja angustia, temor de que no vayan a verla, de que la olviden allí.
Siente que se muere un poco cada tarde de domingo al ver cómo después de estar en tensión mirando la puerta, ella se relaja y su cara es la viva imagen del agradecimiento.
Se siente terriblemente culpable por recibir agradecimiento cuando lo que tenía que hacer es estar a su lado como ella había estado no sólo a su lado, si no también al lado de los niños.
Encarna entra y le da dos besos, que aunque parecen simples besos de saludo, son besos llenos de amor, llenos de muda súplica de ser perdonada.

A Manuela no le gusta estar allí en compañía de otros viejos que le recuerdan lo que ella es; un trasto viejo que no tiene cabida en ningún otro lugar. Quisiera estar en su casa. Quisiera estar ahora donde había estado toda su vida y no tener que hacer tantos esfuerzos para recordar los sitios. Las caras de los compañeros, de los cuidadores no le dicen nada.

Quisiera que cuando le toque morir pudiera hacerlo en el mismo sitio que nació, en el mismo sitio que vivió.
Manuela quiere estar con sus nietos,contarles cuentos, los cuentos que ya se le están olvidando, enseñarles a vivir contándoles lo que ella vivió, enseñándoles a ser felices.
Éso es lo que ella quiere.
Éso es lo que Manuela piensa cada domingo por la tarde mientras los espera.

Manuela intenta ser de utilidad para con los más necesitados, con los que tienen más mermadas que ella sus facultades.
Se ha impuesto al "obligación" de cuidar a los más viejos, para poder sentirse útil, para que el tiempo no se detenga, para sentír que aún vive.

Hoy como cada domingo, se ha esmerado, se ha puesto guapa y después de ayudar a su compañera a sentarse en la terraza al sol, ha bajado al recibidor.
No puede evitar quedarse durante todo el tiempo pendiente de la puerta, sintiendo no miedo, si no pánico si se retrasan en llegar para estar unas horas con ella.

Ella los comprende, no los culpa por dejarla allí, al fín y al cabo, no es más que un trasto viejo que sólo sirve para estar con otros trastos viejos. Los comprende, pero quisiera estar en casa con ellos, en la que durante toda su vida fue su casa, la casa de todos.

La tarde ha pasado y es hora de volver a la ciudad. Ya le ha contado todas las pequeñas cosas que ocurren cada día en la casa, en el barrio.
Le promete como cada tarde de domingo que el próximo volverá, que vendrá con sus hijos, y Manuela sabe que le queda otra semana para volver a estar con los suyos, y que esta vez van a venir los niños.
Desde este minmo instante, Manuela empieza a contar los días que faltan para que vuelva a ser domingo.

Encarna se pregunta una y otra vez, porqué acepté ingresarla, porqué?
Enumera las causas, los motivos con los que se justificó, para hacerlo y le parecen unas veces valadíes, otras causas justificadas.
Es cierto que la casa es pequeña, que no hay espacio para hacerle una habitación.
Es cierto que los horarios de ambos, el ritmo de vida, no son lo más adecuado para tener una persona mayor.
Es cierto que los chicos necesitan "su" espacio...
Pero no lo es también que ella les dedicó la vida?, que ella supo adaptar su vida, su espacio, su horario a ellos?

Se puede justificar de alguna manera el dejarla allí para que pase los últimos años de su vida? Tal vez se justifique ante la sociedad, pero nunca conseguirá justificarse ante sí misma, convencer a su corazón para que no se rompa un poquito cada tarde de domingo.

La tarde llega a su fin, la visita ha terminado y Manuela se queda a solas. Al igual que su hija, ella también se queda con sus pensamientos.
Ha grabado en su mente cada palabra de la conversación, cada gesto de su hija. Cada tarde observa la ropa que viste, las joyas que trae. Todo lo retiene y pensando en todo se recrea durante la semana.
Retiene el mayos número de cosas para así paliar un poco el vacío que van dejando en su mente las cosas olvidadas.

Manuela lucha contra el olvido. En su lucha contra él, sueña en volver a casa con la esperanza de que el contacto con los objetos habituales reavive sus recuedos.
Nota cómo éstos se empiezan a dilúir, cómo cada vez es más grande la zona oscura que poco a poco se va instalando en su cabeza.
Necesita volver a su vida, oír los sonidos de su existencia anterior para poder vivir su vida actual.
Manuela lucha por retener con ella a sus recuerdos, pues la vida sin recuerdos ya no es vida...

y...volverá el domingo


El próximo domingo por la tarde, cuando estén sus nietos, ella les dirá a todos que se quiere volver a casa. Sí, éso hará; se irá para casa, si no puede en cuerpo, se irá en espíritu.

18 comentarios:

MARNIE dijo...

Caray!, ahora mismo voy a llamar a mi madre...
(primero tendré que desarrugar el corazón, porque se me ha quedado apretadito...,apretadito..)

Muchos besos Diana

Marnie

Pedro Delgado dijo...

Triste y frecuente historia; sobre todo si como, al parecer, Manuela puede todavía valerse por sí misma.

Un martinete dice:

""Yo ya no soy el que era,
ni quien debía de ser.
Soy un mueble de tristeza
arrinconao a la pared""

Sigo sin solucionar el problema con tu enlace; pero bueno por este método también te sigo. Saludos flamencos y besinos extremeños.

Sara dijo...

Ostras............galleguiña, ostras...............antes de dedicarme a la educación pasé 3 años de mi vida trabajando en un Centro Sociosanitario, muchos viejecitos, muchos con enfermedades seniles, Alzheimer incluido...que recuerdos me han venido!!!!aprendí tanto de ellos, les añoré tanto!!!!!
En mi despacho... conmigo, han llorado hombres grandes como castillos, por tener que tomar esa decisión de tener que dejar allí a sus madres o padres por todo esto que tú comentas, por nuestro modo de vida, y muchos otros, por el bien de sus familiares... ya que los enfermos de Alzheimer o tienes contratado un cuidador las 24 horas del día,o las familias acaban machacadas, es tan cruel esta enfermedad!!!! estas decisiones siempre...siempre son muy dificiles al menos en mi experiencia, habrá de todo me imagino!!!!!por eso, aprovecho esta historia tan bonita y entrañable que nos cuentas hoy, para pedir desde tu blog por los viejecitos de nuestro mundo, nuestro pais, para que se les quiera, respete, mime, cuide y decir que a veces, solo a veces si están mejor en un centro especializado y lo ideasl es ir a verles todos, todos los días, achucharles y hacerles ver que estás ahí SIEMPRE , como ellos han estado SIEMPRE!!!!
Me quito el sombrero ante tu historia amiga Diana, estoy muy emocionada.
Sabes mañana ya estoy en tu tierriña adorada, me voy a poner a marisco!!!!
Bicos para ti tesoro

Diana dijo...

Hola.
-Marnie, cielo, bienvenida de nuevo, te echábamos de menos.
Claro que sí, todos los días un biquiño pra a nai.

-Pedro, sí que es triste, triste y habitual. No siempre se puede hacer lo que se desea y a veces lo que se desea es lo que se hace.
Cada uno tiene su conciencia.

--Sarina, ostras.....ostras, es ése el marisco que te vas a comer?.
Vas a ir a Arcade, tierra de ostras?
Cuidado niña, que dicen que son afrosdisiacas!
Mira que si te llevas una simiente con acento galego!

Tú sí que sabes que a veces, algunas veces no queda otra alternativa que llevar a los mayores a residencias adecuadas.
A veces es en el único lugar en el que pueden estar bien atendidos y a veces es el lugar en el que simplemente se dejan.
Como le decía a Pedro, y como le sucedía a Encarna, el hacerlo supone dejar allí un trozo del propio corazón cada día que una madre o un padre pasa en soledad.
Algún día te contaré algo sobre este post.
Mientras recibe un biquiño, y que disfrutes de tu venida a Galicia y,por favor no te satures, que vas a tener que volver pronto otra vez.
Diana

Layla - Noche Hermosa dijo...

uy...me ha quedado el corazón arrugado Diana. jamas, haré eso con mi madre...por mas que las cosas se tornen duras, por mas que ella falle y que yo. Es mi madre le debo mi ser.

Lindo Diana, ojala y en ese cuento, Manuela logre llegar al Domingo..ojala pueda volver no sólo en espiritu,sino tambien en carne.

Un besazo.

Anónimo dijo...

Diana, igual que siempre que he leido tus cuentos me he quedado prendido, y en esta ocasión muy triste.
Se que no me vas a contestar, pero ¿De donde sacas esa capacidad para tratar temas que nos afectan a todos?.
Diana pronto te presentaré mi propio blog y me aconsejaras sobre lo que cuente, ¿lo haras?
Un beso para mi escritora preferida.
Juan

Céfiro dijo...

No diré si es bueno o malo ingresar a nuestros viejos... pero sé que, sin duda, ir en contra de tu propia moral es el mayor de los pecados.

Me recordó a La Balada de Narayama.

Salud.

Diana dijo...

Hola
-Juan, lo de "mi escritora favorita" me ha llegado al alma. Si estuvieras aquí, te daría 27.348 bicos...y luego te llevaba al loquero por decir tamaña barbaridad.
Juan, escribo cuentiños de cosas de nuestra vida, nada más. Otros son pura locura mental. Entiéndase, La Empresa, La Despedida, La Excursión, Las Acampadas y algunos otros.
Bueno, Juan, espero ver pronto tu blog, mientras uno de todos aquéllos bicos.

--Noche Hermosa, claro que llegará al domingo y a otros muchos domingos.
Un biquiño desde Coruña para allá, lejos, lejos.

--Céfiro, debe de ser por la hora, pero no capto la esencia de tu comentario. Puedes ser más explícito, por favor.
Muchos bicos .
Diana.

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Es un texto precioso, pero triste, y es triste porque es real.
Como tú dices, esa decisión puede justificarse ante la sociedad. Pero ¿podemos justificarla ante nosotros mismos?
Un beso.

Céfiro dijo...

Me explico: yo no soy de los que "saben" donde está la frontera entre el bien y el mal. Por eso creo que la mayor maldad es hacer cosas que nosotros mismos pensamos que son malas.

Si los protagonistas de tu historia tuvieran claro que la residencia es el mejor lugar para sus mayores, no sentirían esos acuciantes remordimientos. Me lleva a pensar que sufren de culpabilidad, probablemente, porque en la balanza pesaba más su propia comodidad que el bienestar de los viejos.

Ya sabes, sólo una opinión más inspirada en tu bello relato.
¿Has visto la película que enlacé en mi anterior comentario?

Salud.

Unknown dijo...

Mis padres viven en su propia casa, son independientes todavía -y que dure. Ahora es cuando de verdad disfrutamos unos de los otros, y sueño con que esta situación dure el máximo tiempo posible.
El dia que esto cambie, pensaré muy mucho que es mejor para ellos. Mi mundo es muy distinto de aquel en el que ellos se encuentran cómodos,y finalmente será su decisión.
Pero uno de los motivos por los que lucho en esta vida es por poder tenerlos conmigo el maximo tiempo posible,por ser capaz de crear un entorno en el que todos estemos cómodos.Juntos.

Diancecht dijo...

La deshumanización de las grandes ciudades. La falta de espacio, de tiempo, el egoísmo por disfrutar una vida que se nos resiste, aún a costa de sacrificar lo que un día nos dio esa vida ...

Diana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diana dijo...

Diana dijo...
Hola.
--Pablo, seguro que racionalmente sí podemos. Otra cosa es hacerlo ante el corazón.
--Céfiro, tal vez los protagonistas de esta historia saben que dadas las circunstacias, la madre está mejor con otros viejitos y con cuidadores que sola en casa. Y, aún así la pena de dejarla allí cada domingo es más grande.
No es fácil la decisión.
--Voro, qué verdad es que si se defienden, si son autosuficientes, el mejor sitio es su casa y tener a mano siempre la compañía de los hijos. Sí, es la sitación ideal para terminar la vida. Ojalá que tus papás estén muchos años así. por ellos y también por tí, pues la alegría es de todos, no sólo de los viejos, ni de los hijos: de todos.
--Dian, tú lo has dicho: la falta de espcaio, la falta de tiempo, las prisas, el estrés... No, no son buenos compañeros a la hora de decidir cómo y dónde van terminar su vida quien nos dió la vida.
Algunos lo tiene más fácil que otros y no siempre es algo que se decida alegremente.
Ojalá pudiéramos tenerlos siempre con nosotros, pero muchos motivos exógenos influyen.
Un bico a todos desde Coruña.
Diana.

Verdial dijo...

Los cuentos tristes, como éste, son los que nos dejan más huella y nos hacen más consciente de la realidad.
Me quedé ensimismada.

Un abrazo

pod: sigo igual que Pedro, tengo problemas con tu enlace.

Sirena Varada dijo...

Diana, qué difícil tema y cuántas cuestiones planteas en este relato; saber y juzgar. Justificarse ¿ante la sociedad, ante uno mismo? Es un tema doloroso y acuciante en el que se mezclan cuestiones emotivas con otras de amplio calado social. Me temo que es un camino con un final oscuro.

Me gustó la forma en que has planteado el cuento; sin imponer juicios de valor, sin caer en el maniqueísmo, sin buenos ni malos; sólo víctimas. Que cada cual saque sus propias conclusiones. Eso sí, tienes el don de encontrar siempre los aspectos más positivos en las situaciones más adversas; el intentar ser siempre útil y luchar contra el olvido… Me quedo con eso.

Muchísimas gracias Dianiña, y un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

El problema de los geriátricos españoles es que suelen ser horrorosos y tristes. Pero no son todos así. Por donde yo vivo hay unos cuantos que yo misma me iría a vivir ya allí. Hay uno en particular el Mare Nostrum en Alfaz del Pi que es increíble. Está compuesto por varios edificios de pisos acondicionados para mayores. Todos con terrazas enormes y soleados. Además cuentan con jardín, piscina y parking en el portal del edificio. El complejo cuenta con un edificio central con restaurante, salas de todo tipo, gimnasio super moderno, piscina climatizada. También organizan conciertos y exposiciones culturales.

Es un tipo de residencia con un concepto distinto. Son apartamentos que solo pueden ser adquiridos por personas mayores de 60 creo, por un precio muy bajo, rondaban los 8-9 millones de pesetas y después pagan un mantenimiento de por vida de creo 1000€/mes, no lo sé. Cuando mueren no lo hereda la familia sino que pasa otra vez al complejo. Lo curioso es que incluso incentivan que las familias vayan a pasar vacaciones y suele verse niños en las piscinas durante el verano. Te aseguro que hay lista de espera. Por supuesto es un tipo de residencia al que suelen ir extranjeros, los españoles parece que creen que esas cosas no son para ellos y no lo entiendo. Prefieren dar sus casas en herencia a sus hijos, yo vendería mi casa y con lo que sacara me iría a vivir a un sitio así. Pero claro eso en la mentalidad española no cuadra. La herencia es para los hijos.

También hay residencias españolas que están muy bien. Un ejemplo es la abuela de mi marido. Vivía en su casa e iba una mujer a limpiar y vigilarla del ayuntamiento. Además tenía la asistencia de sus hijos que se turnaban para verla todos los días. Nunca estaba un día sola, siempre estaba con alguno de sus hijos. Pero al final decidieron internarla. La ingresaron en un centro subvencionado de La Nucia. Al principio ella estaba reticente, por supuesto, como nos hubiéramos sentido todos. Es mas miedo a lo desconocido porque en cuanto se quedo allí, estaba encantada. Se lo pasaba genial, tenía muchas actividades para realizar e incluso se saco novio. Se la veía más contenta y alegre. En su casa lo único que hacía era ver la tele y estar con la familia. Allí tenía actividades, podía hablar con más gente y por supuesto también tenía a la familia. Estaba en definitiva más activa.

Con esto quiero decir que no todas las clínicas son horrorosas. Que las hay buenas y que no todo es malo. Yo personalmente prefiero estar en un sitio así y no estar con mis hijos ya que me parece muy egoísta el haberlos tenido para que cuiden de mí cuando sea mayor. Y el tener actividades es super importante. Creo que digo todo esto porque por donde yo vivo tenemos muchísimos jubilados extranjeros y españoles (vivo cerca de Benidorm) y veo las diferencias. Los españoles no hacen nada más que jugar a cuatro cosas encerrados en los bares. Los extranjeros son mucho mas activos, además son personas que se han cuidado físicamente mucho siempre y llegan a mayores con en muy buenas condiciones físicas. Disfrutan del sol y de la naturaleza, son gente con más cultura que ni se les pasaría por la cabeza acabar en casa de sus hijos. Prefieren vender y disfrutar del trabajo de su vida que para eso se lo han ganado.

Diana dijo...

Hola
Me ha sorprendido tu comentario, por el momento, por el contenido y por la extensión.
Sí, tienes razón, no tenemos cultura de futuro y menos de futuro própero. Todo el esfuerzo que realizamos , de manera consciente o no, va dirijida a dejarle lo más posible a nuestros hijos.
No sería mala cosa que nos fuésemos preparando para la jubilación,para nuestros últimos años, pero éso es algo que no nos gusta pensar, ya que van unidos a el inicio de la decadencia física y no queremos pensar que pueda llegar ya.
Gracias por tu visita, espero que te haya gustado y que vuelvas
De corazón, graciñas.
Diana.
PD.
Bonita tierra las cercanías de Benidorm.
No hace mucho estuve de visita.
Un bico.

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