Las olas van... y vuelven


En una roca

Él está mirando el ir y venir de las olas y nota cómo su espíritu se calma, cómo el vaivén de las olas ejerce un efecto sedante sobre él, y comienza a creer en la solución a sus problemas.

Sí, el mar era así, el mar hacía maravillas en su ánimo.
Siempre le gustó pasar largos ratos delante del mar y admirar el fuerte oleaje propio de este mar bravo y a veces enfurecido. Este mar que al bañar las rocas escarpadas que se enfrentaban a él formaba una costa tan impresionante e imponente. Una costa que se cobraba su tributo en los barcos que se quedaban atrapados entre la espuma de las olas que la bañaban y acababan naufragando.

Jesús siempre se había preguntado por qué en las enciclopedias se le llamaba "Costa Brava" a la costa que estaba bañada por un mar suave y calmado como un consomé en aquella zona de Cataluña que había conocido durante su periodo de reclutamiento militar, durante "la mili".

Sí, aún sonreía al recordar cuando en una ocasión, un compañero de quinta había venido a verlo con la familia y al pasear por esta costa, se había quedado cautivado por el ruido, por la bravura, por las fuerza de las olas con las que se presentaba este mar.



Jesús sabe que él es un sencillo labrador, un ex pescador, un hombre que fue del mar y es de la tierra, pero sabe también que su alma se transforma cuando después de minutos mirando al mar éste cumple con la misión de arrastrar en sus aguas la fuerza de sus problemas. De siempre éstos le habían parecido más leves, más llevaderos si su amigo el mar le ayudaba con la carga.

Jesús sonríe y se dice a sí mismo que realmente el mar ha cumplido con su misión, ya que está enredando con estos pensamientos y por un momento se ha olvidado de lo que le ha llevado a este lugar tan amado por él.

Jesús ha de pensar en cómo ayudar a su hijo a empezar a ser un hombre, a seguir para adelante, a encontrar algo de la paz que él siente ahora.
Su hijo, su hijo ya grande, ya un hombre por la edad, pero que aún parece que fuera a la escuela por la forma de comportarse.
Su madre siempre le disculpa, siempre dice que pronto cambiará, que ha tenido mala suerte, que.... Jesús sabe que no puede discutir esto con la mujer, la mujer es madre y siempre encontrará una justificación.

Su hijo, que ha empezado un montón de cosas y no había acabado ninguna. Su hijo, que dejó la universidad (la universidad, algo que él ni sabía qué era ni nunca la había nombrado hasta que su hijo mayor llegó a la edad de seguir estudiando o empezar a trabajar) Decidió seguir estudiando y fue a la universidad hasta que tuvo que empezar a estudiar. Luego lo dejó y comenzó a trabajar.
Jesús piensa en todas la veces que su hijo había empezado en un trabajo, tantas había empezado como había acabado.

Su hijo que no encuentra "su sitio", como dice él.

Jesús piensa en todo ésto mientras las olas siguen acariciando, en este momento sí parece que está acariciando, las rocas.
La marea está en retroceso y se lleva no sólo la fiereza del empuje del mar, se lleva también la inmensa tristeza que le produce pensar en su hijo, tan dejado, tan despreocupado, tan aprovechado, tan...

Jesús vuelve a su casa con la impresión de que alcanzará una solución al problema ahora que ha aceptado la evidencia de que su hijo no es el hijo que siempre había soñado.

Ahora Jesús sabe que no debe esperar que su hijo sea como él quiere que sea, ahora sabe que ha de ayudar a que su hijo sea una buena persona, a ser lo que quiera ser, lo que le haga feliz.


Jesús se vuelve y mirando al mar le da las gracias, nunca le ha fallado y siempre le ha dado la paz necesaria para afrontar los problemas.

12 comentarios:

Sirena Varada dijo...

Hola Diana, me he identificado completamente con Jesús; estar frente al mar hace que me sienta como una sirena, pero no varada sino en paz, relajada... la mirada perdida en el mar.

Besos salados marineros

PD. Por favor, dile a Vane que la adoro. Además de que es un cielo, sé que le debemos a ella el que escribas este blog y que podamos disfrutar de tus relatos.

Pablo Folgueira Lombardero dijo...

Un texto precioso. A veces es curioso cómo mirar al mar nos trae calma y sosiego, y nos ayuda a pensar mejor en cómo solucionar nuestros problemas.
Un beso, Diana.

Anónimo dijo...

Hola Diana. Muchas gracias por tu visita; de esta manera, ahora he encontrado yo tu sitio y me dedico a investigar un poco. Así somos, como el labrador de tu relato, buscamos mensajes en cualquier escondite (y el mar es el más grande escondite que, se me ocurre ahora, sabemos) y procurar con ellos lo que ya sabemos, que nos haga este saber que eso es el bien.
Me uno, con muchísimo de encantado, a las felicitaciones de la amiga Sirena.

Diana dijo...

Sirenita, no quiero imaginarte Varada, si no mirando al mar y soñando.
Vane te manda un bico.

--Pabliño, nunca dejes de mirar el mar y déjate "llevar" por él.

--Alberto, graciñas por visitar mi blog. Sólo espero que tu visita haya sido tan agradable como lo fue para mí visitar el tuyo.
Desde Coruña te mando un saludo.
Diana

Franziska dijo...

Gracias por tu visita. Creo que ha merecido la pena llegar hasta aquí. De todos modos, el viaje ha sido rápido no puedo quejarme.

Cuanto más pronto se acepta la evidencia de que nuestros hijos tienen que elegir su camino que, la mayor parte de las veces, está demasiado elejado de lo que habíamos soñado para él: mejores personas y padres seremos para nuestros hijos. Por lo tanto, estoy completamente de acuerdo con la reflexión final.

Saludos cordiales.

Layla - Noche Hermosa dijo...

Veo que para Jesus, el mar es un aliciente es el símbolo que se convierte en la esperanza de que todo ira bien.

Besitos Amiga

Sara dijo...

Yo delante del mar, enfrente de él, cerquita de él... también he resuelto importantes dilemas. El mar jamás me ha fallado y es que... me siento parte de ese inmenso mar.
Tu historia, como no podía ser de otra manera preciosa, fabulosa y llena de tantas cosas bonitas, ojalá todo el mundo, encuentre su sitio, que por otro lado tu post va un poco en consonancia con el orden del que hablo en mi blog, ese orden... ese tomar para dar, para estar cada uno en nuestro sitio.
Estar en tu casita siempre es un placer, y poder quedarme un ratito a disfrutar de ti.
besazos amiga galleguiña.

Diana dijo...

HOLA
Francisca, verdad que es difícil aceptar que los hijos serán lo que ha de ser, no lo que esperamos y deseamos que sean?
Son tan fáciles de pequeñitos!!
Un beso y enhorabuena por tu blog.
--Nochecita, el mar es un calmante para todos, al menos el mar vivo, abierto. Siempre nuestro mar.
--Sara el mar nunca falla, si lo respetamos nos respeta, si lo cuidamos nos cuida y da más de lo que recibe.
El orden niña es casi siempre un reto y yo no siempre lo alcanzo.
Un besote para todas.
Diana

josé javier dijo...

Qué suerte tener el mar tan cerca, donde ir a meditar, y donde encontrar placidez a pesar de la bravura del oleaje.
Cada vez que vea el mar me acordaré de tu Jesús... y de ti, querida Diana.
Un abrazo. J.J.

PD: Deséanos suerte. Hoy jugamos contra el todopoderoso Barsa.

Diana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Diana dijo...

Hola JJ.
Sabes? siempre he pensado que para el cuerpo la montaña; para el espíritu el mar.
El sonido ya sea suave ya puro rugido que hacen las olas en su ir y venir, son un bálsamo para el alma más alterada. Lo fue para Jesús y lo es para mi cada vez que me acerco a él.
Y de verdad que hay que tener un gran poder de pacificación para calmar todas mis meuras: este mi mar lo consigue.
Un besiño JJ.

PD.
Como ya sabes las aficiones del Dépor y del Sevilla, están hermanadas, así que cómo no te deseo suerte esta noche, la vais a necesitar.
Otro bico.

Verdial dijo...

Me has dado en el mismo centro del corazón. Esta etapa por la que estoy pasando duele. Cuesta aceptar que cada cual tiene su senda en la vida aunque valga la redundancia, sea ley de vida.

A pesar de todo me siento orgullosa. Se que estoy actuando correctamente.

Un abrazo

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